TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXVIII
Del Común de vírgenes. Salterio IV
15 de octubre
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VIVO SIN VIVIR EN MÍ
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Esta divina unión
del amor con que yo vivo
hace a Dios ser mi cautivo
y libre mi corazón;
mas causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay! ¡Qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay! ¡Qué vida tan amarga
do no se goza el Señor!
y si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga;
quíteme Dios esta carga
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir,
porque, muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza;
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes que te espero,
que muero porque no muero.
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Salmo 102 I - HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Ant 2. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
Salmo 102 II
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él sabe de qué estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.
Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
Ant 3. Bendecid al Señor, todas sus obras.
Salmo 102 III
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.
Bendice, alma mía, al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendecid al Señor, todas sus obras.
V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 3, 1-5. 19—4, 4
INVITACIÓN A LA CONVERSIÓN
En aquellos días, el Señor dijo estas palabras:
«Cuando un hombre repudia a su mujer, y ella se separa de él y se casa con otro, ¿podrá volver al primero? ¿No ha quedado profanada esa mujer? Tú has fornicado con muchos amantes, ¿podrás volver a mí? —oráculo del Señor—.
Levanta los ojos a las colinas y mira: ¿Dónde no has hecho el amor? Salías a los caminos a ofrecerte, como un nómada por el desierto. Profanaste la tierra con tus fornicaciones y maldades. Las lluvias tempranas se rehusaban, no llegaban las tardías; entonces mostrabas frente de ramera, te negabas a avergonzarte.
Pero ¿no me gritas ahora mismo: "Padre mío, tú eres el amigo de mi juventud? ¿Se irritará para siempre, eternizará su rencor?" Así decías obrando maldades, y te sentías fuerte para seguirlas continuando.
Yo había pensado: "Te contaré entre mis hijos, te daré una tierra envidiable, en heredad la perla de las naciones"; diciéndome: "Me llamará 'padre mío', no se apartará de mí." Pero igual que una mujer que traiciona a su marido, así me traicionó Israel.»
Se escucha un clamor en las colinas, llanto afligido de los hijos de Israel, que han extraviado el camino, olvidados de su Dios.
«Volved, hijos apóstatas, y os curaré de la apostasía.»
«Aquí estamos, hemos venido a ti, porque tú, Señor, eres nuestro Dios. Cierto, son mentira los collados y el estrépito de los montes; sólo en el Señor, nuestro Dios, está la salvación de Israel. La ignominia devoró los ahorros de nuestros padres, desde nuestra juventud: ovejas y vacas, sus hijos e hijas. Nos acostamos sobre nuestra vergüenza, nos tapamos con nuestro sonrojo; porque pecamos contra el Señor, nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde la juventud hasta el día de hoy, y no escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios.»
Esto dice el Señor:
«Si quieres volver, Israel, vuélvete a mí; si apartas de mis ojos las ignominias, no irás errante. Si juras con verdad por el Señor, con justicia y derecho, las naciones se bendecirán por ti.»
Porque así dice el Señor a los habitantes de Judá y Jerusalén:
«Roturad los campos, y no sembréis entre espinos; circuncidaos para el Señor y quitad el prepucio de vuestros corazones, habitantes de Judá y Jerusalén; no sea que brote como fuego mi cólera, y arda inextinguible, por culpa de vuestras perversidades.»
RESPONSORIO Jr 14, 7; Sal 129, 3
R. Si nuestros pecados hablan contra nosotros, tú, Señor, obra por el honor de tu nombre; * pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado contra ti.
V. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
R. Pues nuestras rebeldías han sido numerosas, hemos pecado contra ti.
SEGUNDA LECTURA
De las Obras de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.
(Libro de su vida, cap. 22, 6-7. 12. 14)
ACORDÉMONOS DEL AMOR DE CRISTO
Con tan buen amigo presente —nuestro Señor Jesucristo—, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita.
Muy muchas veces lo he visto por experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación; por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él lo enseñará; mirando su vida, es el mejor dechado.
¿Qué más queremos que un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe de sí. Miremos al glorioso san Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino: san Francisco, san Antonio de Padua, san Bernardo, santa Catalina de Siena.
Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios; si su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana.
Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene: que amor saca amor. Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar, porque, si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil, y obraremos muy en breve y muy sin trabajo.
RESPONSORIO Sal 72, 27. 28; 1Co 6, 17
R. Los que se alejan de ti se pierden. * Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio.
V. Quien se une al Señor es un espíritu con él.
R. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor todopoderoso, que quisiste que santa Teresa de Jesús, bajo el impulso del Espíritu Santo, manifestara a tu Iglesia el camino de la perfección, haz que encontremos en sus escritos nuestro alimento y que encendamos con ellos en nosotros el deseo de una verdadera santidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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