TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XII
De la Feria. Salterio IV
26 de junio
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA
En el principio, tu Palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu Palabra.
Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu Palabra.
Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.
Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.
Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu, satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.
Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO
¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!
Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.
Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.
Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.
Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.
Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.
Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.
Salmo 72 II
Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?
Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.
Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.
Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.
Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.
Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.
Salmo 72 III
Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.
Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.
¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.
Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.
Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.
V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.
PRIMERA LECTURA
Del libro de los Jueces 16, 4-6. 16-31
PERFIDIA DE DALILA Y MUERTE DE SANSÓN
En aquellos días, se enamoró Sansón de una mujer del valle de Soreq, que se llamaba Dalila. Los jefes de los filisteos fueron con ella y le dijeron:
«Sedúcelo y entérate de dónde le viene esa fuerza tan enorme y cómo podríamos dominarlo para amarrarlo y tenerlo sujeto. Nosotros te daremos cada uno mil cien siclos de plata.»
Dalila dijo a Sansón:
«Dime de dónde te viene esa fuerza tan grande y con qué habría que atarte para tenerte sujeto.»
Y como todos los días lo asediaba y lo importunaba tanto, hasta hacerle pesada la vida, Sansón le abrió todo su corazón y le dijo:
«La navaja no ha pasado jamás por mi cabeza, porque soy nazir de Dios desde el vientre de mi madre. Si me rasuraran, mi fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.»
Dalila comprendió que le había abierto todo su corazón, mandó llamar a los jefes de los filisteos y les dijo:
«Venid, pues me ha abierto todo su corazón.»
Y los príncipes de los filisteos vinieron hacia ella con el dinero en la mano.
Ella hizo dormir a Sansón sobre sus rodillas y llamó a un hombre que le cortó las siete trenzas de su cabeza. Entonces comenzó a debilitarse y se retiró de él su vigor. Ella gritó:
«Sansón, los filisteos contra ti.»
Él se despertó de su sueño y se dijo:
«Saldré como otras veces y me las arreglaré.»
Pero no sabía que el Señor se había apartado de él. Los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos y lo bajaron a Gaza. Allí lo ataron con una doble cadena de bronce y lo pusieron a dar vueltas a la piedra del molino en la cárcel. Pero el pelo de su cabeza, después de rapado, comenzó a crecer de nuevo.
Los jefes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón y hacer gran fiesta. Y decían:
«Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo.»
Y la gente, al verlo, alababa a su dios, diciendo:
«Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón, nuestro enemigo, el que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestras víctimas.»
Y como su corazón estaba alegre, dijeron:
«Llamad a Sansón, para que nos divierta.»
Trajeron, pues, a Sansón de la cárcel y él los estuvo divirtiendo, haciendo algunos juegos ante ellos; luego lo pusieron de pie entre las columnas. Sansón dijo entonces al muchacho que lo llevaba de la mano:
«Ponme donde pueda tocar las columnas en las que descansa la casa, para que pueda apoyarme en ellas.»
La casa estaba llena de hombres y mujeres. Estaban dentro todos los príncipes de los filisteos y, en el terrado, unos tres mil hombres y mujeres, contemplando los juegos de Sansón. Sansón invocó al Señor, diciendo:
«Señor, dígnate acordarte de mí, dame fuerzas nada más por esta vez, para que de un golpe me vengue de los filisteos por mis dos ojos.»
Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que descansaba la casa y se apoyó contra ellas, en una con el brazo derecho, en la otra con el izquierdo, y gritó:
«¡Muera yo con los filisteos!»
Hizo presión con todas sus fuerzas y la casa se derrumbó sobre los jefes y sobre toda la gente ahí reunida. Los que hizo morir con su muerte fueron más que todos los que había matado en vida.
Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron y se lo llevaron. Lo subieron y sepultaron entre Sorá y Estaol, en el sepulcro de su padre Manóaj. Había sido juez en Israel por espacio de veinte años.
RESPONSORIO Sal 42, 1; 30, 4; cf. Jc 16, 28
R. Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa contra gente sin piedad. * Tú eres mi roca y mi baluarte.
V. Acuérdate de mí y restitúyeme mis fuerzas.
R. Tú eres mi roca y mi baluarte.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Gregorio de Nisa, obispo, Sobre el perfecto modelo del cristiano.
(PG 46, 254-255)
EL CRISTIANO ES OTRO CRISTO
Pablo, mejor que nadie, conocía a Cristo y enseñó, con sus obras, cómo deben ser los que de él han recibido su nombre, pues lo imitó de una manera tan perfecta que mostraba en su persona una reproducción del Señor, ya que, por su gran diligencia en imitarlo, de tal modo estaba identificado con el mismo ejemplar, que no parecía ya que hablara Pablo, sino Cristo, tal como dice él mismo, perfectamente consciente de su propia perfección: Ya que andáis buscando pruebas de que Cristo habla por mí. Y también dice: Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Él nos hace ver la gran virtualidad del nombre de Cristo, al afirmar que Cristo es la fuerza y sabiduría de Dios, al llamarlo paz y luz inaccesible en la que habita Dios, expiación, redención, gran sacerdote, Pascua, propiciación de las almas, irradiación de la gloria e impronta de la substancia del Padre, por quien fueron hechos los siglos, comida y bebida espiritual, piedra y agua, fundamento de la fe, piedra angular, imagen del Dios invisible, gran Dios, cabeza del cuerpo que es la Iglesia, primogénito de la nueva creación, primicias de los que han muerto, primogénito de entre los muertos, primogénito entre muchos hermanos, mediador entre Dios y los hombres, Hijo unigénito coronado de gloria y de honor, Señor de la gloria, origen de las cosas, rey de justicia y rey de paz, rey de todos, cuyo reino no conoce fronteras.
Estos nombres y otros semejantes le da, tan numerosos que no pueden contarse. Nombres cuyos diversos significados, si se comparan y relacionan entre sí, nos descubren el admirable contenido del nombre de Cristo y nos revelan, en la medida en que nuestro entendimiento es capaz, su majestad inefable.
Por lo cual, puesto que la bondad de nuestro Señor nos ha concedido una participación en el más grande, el más divino y el primero de todos los nombres, al honrarnos con el nombre de «cristianos», derivado del de Cristo, es necesario que todos aquellos nombres que expresan el significado de esta palabra se vean reflejados también en nosotros, para que el nombre de «cristianos» no aparezca como una falsedad, sino que demos testimonio del mismo con nuestra vida.
RESPONSORIO Sal 5, 12; 88, 16-17
R. Que se alegren, Señor, los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo * los que aman tu nombre.
V. Caminarán, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día.
R. Los que aman tu nombre.
ORACIÓN.
OREMOS,
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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