sábado, 11 de marzo de 2023

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO DE CUARESMA
LUNES DE LA SEMANA III
Propio del Tiempo. Salterio III

13 de marzo

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: ESTE LARGO MARTIRIO DE LA VIDA

Este largo martirio de la vida,
la fe tan viva y la esperanza muerta,
el alma desvelada y tan despierta
al dolor, y al consuelo tan dormida;

esta perpetua ausencia y despedida,
entrar el mal, cerrar tras sí la puerta,
con diligencia y gana descubierta
de que el bien no halle entrada ni salida;

ser los alivios más sangrientos lazos
y riendas libres de los desconciertos,
efectos son, Señor, de mis pecados,

de que me han de librar esos tus brazos
que para recibirme están abiertos
y por no castigarme están clavados. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Vendrá el Señor y no callará.

Salmo 49 I - LA VERDADERA RELIGIOSIDAD

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.

Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra,
para juzgar a su pueblo:

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Vendrá el Señor y no callará.

Ant 2. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Salmo 49 II

«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
—yo, el Señor, tu Dios—.

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;

pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.

Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Ant 3. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.

Salmo 49 III

Dios dice al pecador:
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;

te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.»

Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.

El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.

V. Convertíos y creed la Buena Noticia.
R. Porque está cerca el reino de Dios.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Levítico 19, 1-18. 31.37

MANDAMIENTOS ACERCA DEL PRÓJIMO

En aquellos días, el Señor habló a Moisés:

«Di a toda la comunidad de los israelitas:

"Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. Respetad a vuestros padres y guardad mis sábados. Yo soy el Señor, vuestro Dios.

No acudáis a ídolos ni os hagáis dioses de fundición. Yo soy el Señor, vuestro Dios.

Cuando ofrezcáis al Señor sacrificio de comunión, hacedlo de manera que le seáis gratos: comeréis la víctima el mismo día en que la inmoléis o al día siguiente. Lo que sobre se quemará al tercer día. Si se come algo al tercer día será un manjar corrompido y el sacrificio no será grato. El transgresor cargará con su culpa, por haber profanado lo consagrado al Señor, y será excluido de su pueblo.

Cuando seguéis la mies de vuestras tierras, no la siegues hasta el borde del campo, no espigues después de segar. Tampoco harás el rebusco de tu viña, ni recogerás de tu huerto los frutos caídos. Se los dejarás al pobre y al forastero. Yo soy el Señor, vuestro Dios.

No robaréis ni defraudaréis ni engañaréis a ninguno de vuestro pueblo. No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor.

No explotarás a tu prójimo ni lo despojarás. No dormirá contigo hasta el día siguiente el jornal del obrero. No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezos al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.

No darás sentencias injustas, ni por favorecer al pobre, ni por honrar al rico. Juzga siempre con justicia a tu prójimo. No andarás con chismes de aquí para allá, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.

No guardarás odio a tu hermano, pero lo reprenderás abiertamente para que no cargues con pecado por su causa. No serás vengativo ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.

No acudáis a nigromantes ni consultéis adivinos, pues quedaréis impuros, Yo soy el Señor, vuestro Dios.

Ponte de pie ante las canas y honra al anciano. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.

Cuando un forastero se establezca con vosotros en vuestro país, no lo oprimiréis. Será para vosotros como un compatriota: lo amarás como a ti mismo, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. Yo soy el Señor, vuestro Dios.

No cometáis injusticias en los juicios, ni hagáis fraude en pesos y medidas. Tened balanzas exactas, pesas justas y medidas precisas. Yo soy el Señor, vuestro Dios, que os sacó de Egipto.

Cumplid todas mis leyes y normas, poniéndolas por obra. Yo soy el Señor."»

RESPONSORIO    Ga 5, 14. 13; Jn 13, 34

R. Toda la ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.» * Sed esclavos unos de otros por amor.
V. Os doy el mandato nuevo: que os améis mutuamente como yo os he amado.
R. Sed esclavos unos de otros por amor.

SEGUNDA LECTURA

De las Homilías de san Basilio Magno, obispo
(Homilía 20, Sobre la humildad, 3: PG 31, 530-531)

EL QUE SE GLORÍA, QUE SE GLORÍE EN EL SEÑOR

No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza.

Entonces, ¿en qué puede gloriarse con verdad el hombre? ¿Dónde halla su grandeza? Quien quiera gloriarse —continúa el texto sagrado—, que se gloríe de esto: de conocerme y comprender que soy el Señor.

En esto consiste la sublimidad del hombre, su gloria y su dignidad, en conocer dónde se halla la verdadera grandeza y adherirse a ella, en buscar la gloria que procede del Señor de la gloria. Dice, en efecto, el Apóstol: El que se gloría, que se gloríe en el Señor, afirmación que se halla en aquel fragmento: Cristo ha sido hecho por Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención; y así —como dice la Escritura— «el que se gloría, que se gloríe en el Señor».

Por tanto, lo que hemos de hacer para gloriarnos de un modo perfecto e irreprochable en el Señor es no enorgullecernos de nuestra propia justicia, sino reconocer que en verdad carecemos de ella y que lo único que nos justifica es la fe en Cristo.

En esto precisamente se gloría Pablo, en despreciar su propia justicia y en buscar la que se obtiene por la fe y que procede de Dios, para así tener íntima experiencia de Cristo, del poder de su resurrección y de la comunión en sus padecimientos, reproduciendo en sí su muerte, con la esperanza de alcanzar la resurrección de entre los muertos.

Así caen por tierra toda altivez y orgullo. El único motivo que te queda para gloriarte, oh hombre, y el único motivo de esperanza consiste en hacer morir todo lo tuyo y buscar la vida futura en Cristo; de esta vida poseemos ya las primicias, es algo ya incoado en nosotros, puesto que vivimos en la gracia y en el don de Dios.

Y es el mismo Dios el que obra en nosotros haciendo que queramos y obremos movidos por lo que a él le agrada. Y es Dios también el que, por su Espíritu, nos revela su sabiduría, la que de antemano destinó para nuestra gloria. Dios nos da fuerzas y resistencia en nuestros trabajos. He trabajado con más afán que todos —dice Pablo—, aunque no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

Dios saca del peligro más allá de toda esperanza humana. En nuestro interior —dice también el Apóstol— pensábamos que no nos quedaba otra cosa sino la muerte. Así lo permitió Dios para que no pusiésemos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos. Él nos libró entonces de tan inminente peligro de muerte y nos librará también ahora. Si, en él tenemos puesta la esperanza de que nos seguirá librando.

RESPONSORIO    Sb 15, 3; Jn 17, 3

R. Señor, la perfecta justicia consiste en conocerte a ti; * Y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.
V. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo.
R. y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, purifica y protege siempre a tu Iglesia con tu constante misericordia y, ya que sin tu auxilio no puede vivir segura, dirígela siempre con tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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