lunes, 5 de diciembre de 2022

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO DE ADVIENTO
MARTES DE LA SEMANA II
Del propio del Tiempo. Salterio II

6 de diciembre

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO 

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: VERBO QUE DEL CIELO BAJAS

Verbo que del cielo bajas,
Luz del Padre que, naciendo,
socorres al mundo mísero
con el correr de los tiempos:

Ilumina el corazón,
quema de amor nuestro pecho,
y borren tus enseñanzas
tantos deslices y yerros,

para que, cuando regreses
como juez de nuestros hechos,
castigues el mal oculto
y corones a los buenos.

Que la maldad no nos lance
por nuestras culpas al fuego,
mas felices moradores
nos veamos en tu reino.

A Dios Padre y a su Hijo
gloria y honor tributemos,
y al Espíritu Paráclito,
por los siglos sempiternos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Salmo 36 I - LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD

No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará brillar tu justicia como el amanecer;
tu derecho, como el mediodía.

Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga:

cohíbe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.

Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Ant 2. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

Salmo 36 II

El malvado intriga contra el justo,
rechina sus dientes contra él;
pero el Señor se ríe de él,
porque ve que le llega su hora.

Los malvados desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a pobres y humildes,
para asesinar a los honrados;
pero su espada les atravesará el corazón,
sus arcos se romperán.

Mejor es ser honrado con poco
que ser malvado en la opulencia;
pues al malvado se le romperán los brazos,
pero al honrado lo sostiene el Señor.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán;

pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
se marchitarán como la belleza de un prado,
en humo se disiparán.

El malvado pide prestado y no devuelve,
el justo se compadece y perdona.
Los que el Señor bendice poseen la tierra,
los que él maldice son excluidos.

El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano.

Fui joven, ya soy viejo:
nunca he visto a un justo abandonado,
ni a su linaje mendigando el pan.
A diario se compadece y da prestado;
bendita será su descendencia.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.

Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

Ant 3. Confía en el Señor y sigue su camino.

Salmo 36 III

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

El malvado espía al justo
e intenta darle muerte;
pero el Señor no lo entrega en sus manos,
no deja que lo condenen en el juicio.

Confía en el Señor, sigue su camino;
él te levantará a poseer la tierra,
y verás la expulsión de los malvados.

Vi a un malvado que se jactaba,
que prosperaba como un cedro frondoso;
volví a pasar, y ya no estaba;
lo busqué, y no lo encontré.

Observa al honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la paz;
los impíos serán totalmente aniquilados,
el porvenir de los malvados quedará truncado.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva,
porque se acogen a él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.

V. Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor.
R. Enderezad las sendas para nuestro Dios. 

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 35, 1-10

RETORNO DE LOS REDIMIDOS A TRAVÉS DEL DESIERTO

Esto dice el Señor:

«El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y el Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios.

Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: "Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará."

Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.

En el cubil donde se tumbaban los chacales, brotarán cañas y juncos. Lo cruzará una calzada que llamarán Vía Sacra: no pasará por ella el impuro y los inexpertos no se extraviarán. No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces, sino que caminarán los redimidos y volverán por ella los rescatados del Señor.

Vendrán a Sión entre aclamaciones: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.»

RESPONSORIO    Cf. Is 35, 3-4

R. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, vosotros, cobardes de corazón, sed fuertes; no temáis, dice el Señor, porque vengo * a romper el yugo de vuestra esclavitud.
V. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, a resarcir y a salvarnos.
R. A romper el yugo de vuestra esclavitud.

SEGUNDA LECTURA

De la Constitución dogmática Lumen géntium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano segundo
(Núm. 48)

>SOBRE LA ÍNDOLE ESCATOLÓGICA DE LA IGLESIA PEREGRINANTE

La Iglesia, a la que todos hemos sido llamados en Cristo Jesús y en la cual, por la gracia de Dios, adquirimos la santidad, no será llevada a su plena perfección sino cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas. Entonces, junto con el género humano, también será perfectamente renovado el universo entero, que está íntimamente unido con el hombre y por él alcanza su fin.

Porque Cristo, levantado en alto sobre la tierra, atrajo hacia sí a todos los hombres; habiendo resucitado de entre los muertos, envió a su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y por él constituyó a su cuerpo, que es la Iglesia, como sacramento universal de salvación. Ahora, sentado a la derecha del Padre, actúa sin cesar en el mundo para conducir a los hombres a su Iglesia. Por ella los une más estrechamente a sí y, alimentándolos con su propio cuerpo y sangre, los hace partícipes de su vida gloriosa.

Por tanto, la restauración prometida que esperamos ya comenzó en Cristo, recibe un nuevo impulso con la venida del Espíritu Santo y continúa por medio de él en la Iglesia; en ella por la fe somos instruidos también acerca del sentido de nuestra vida temporal, en tanto que con la esperanza de los bienes futuros llevamos a cabo la obra que el Padre nos ha confiado en el mundo y trabajamos por nuestra salvación.

Ha llegado hasta nosotros la plenitud de los tiempos; la renovación del mundo está irrevocablemente decretada y empieza a realizarse en cierto modo en el siglo presente, pues la Iglesia, ya en la tierra, posee una verdadera santidad, aunque imperfecta.

Y mientras no haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que tenga su morada la justicia, la Iglesia peregrinante, en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, lleva consigo la imagen de este mundo que pasa, y ella misma vive entre las creaturas que hasta el presente gimen y sufren dolores de parto, anhelando la manifestación de los hijos de Dios.

RESPONSORIO    Flp 3, 20b-21; Tt 2, 12-13

R. Esperamos que venga como salvador Cristo Jesús, el Señor. * Él transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al suyo.
V. Vivamos con sensatez, justicia y religiosidad en esta vida, aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios.
R. Él transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición en un cuerpo glorioso, semejante al suyo.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que has proclamado tu salvación a todos los confines de la tierra, concédenos esperar con alegría las fiestas del nacimiento del Salvador, Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios. 

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