jueves, 14 de julio de 2022

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA XV
Del común de pastores: para un santo obispo y Del Común de doctores de la Iglesia. Salterio III

15 de julio

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: HONDO SABER DE DIOS FUE VUESTRA CIENCIA

Hondo saber de Dios fue vuestra ciencia.
su espíritu de verdad os dio a beberla
en la Revelación, que es su presencia
en velos de palabra siempre nueva.

Abristeis el camino para hallarla
a todo el que de Dios hambre tenía,
palabra del Señor que, al contemplarla,
enciende nuestras luces que iluminan.

Saber de Dios en vida convertido
es la virtud del justo, que, a su tiempo,
si Dios le dio la luz, fue lo debido
que fuera su verdad, su pensamiento.

Demos gracias a Dios humildemente,
y al Hijo, su verdad que a todos guía,
dejemos que su Luz, faro esplendente,
nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.

Salmo 68, 2-22. 30-37 I - LAMENTACIÓN Y PLEGARIA DE UN FIEL DESOLADO

Dios mío, sálvame,
que me llega el agua al cuello:
me estoy hundiendo en un cieno profundo
y no puedo hacer pie;
he entrado en la hondura del agua,
me arrastra la corriente.

Estoy agotado de gritar,
tengo ronca la garganta;
se me nublan los ojos
de tanto aguardar a mi Dios.

Más que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;

más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver
lo que no he robado?

Dios mío, tú conoces mi ignorancia,
no se te ocultan mis delitos.
Que por mi causa no queden defraudados
los que esperan en ti, Señor de los ejércitos.

Que por mi causa no se avergüencen
los que te buscan, Dios de Israel.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.

Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de mí;
cuando me visto de saco, se ríen de mí;
sentados a la puerta murmuran,
mientras beben vino me cantan burlas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios.

Ant 2. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.

Salmo 68, 2-22. 30-37 II

Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude:

arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.

Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí.

Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia,
por tu gran compasión vuélvete hacia mí;
no escondas tu rostro a tu siervo:
estoy en peligro, respóndeme en seguida.

Acércate a mí, rescátame,
líbrame de mis enemigos:
estás viendo mi afrenta,
mi vergüenza y mi deshonra;
a tu vista están los que me acosan.

La afrenta me destroza el corazón, y desfallezco.
Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro.
En mi comida me echaron hiel,
para mi sed me dieron vinagre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre.

Ant 3. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

Salmo 68, 2-22. 30-37 III

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias;
le agradará a Dios más que un toro,
más que un novillo con cuernos y pezuñas.

Miradlo los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.

El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.

V. El Señor nos instruirá en sus caminos.
R. Y marcharemos por sus sendas.

PRIMERA LECTURA

Del libro de Job 6, 1-30

RESPUESTA DE JOB, AFLIGIDO Y ABANDONADO POR DIOS

Respondió Job a Elifaz y le dijo:

«Si pudiera pesarse mi aflicción, y juntarse en la balanza mis desgracias, serían más pesadas que la arena; por eso desvarían mis palabras. Llevo clavadas las flechas del Todopoderoso y siento cómo bebo su veneno, los terrores de Dios se han desplegado contra mí.

¿Rebuzna el asno salvaje ante la hierba?, ¿muge el buey ante el forraje?, ¿va uno a comer sin sal lo desabrido, o a encontrarle gusto al suero de la leche? Lo que me daba asco es ahora mi alimento repugnante.

Ojalá se cumpla lo que pido, y Dios me conceda lo que espero: que Dios se digne triturarme y cortar de un tirón la trama de mi vida. Sería un consuelo para mí: torturado sin piedad saltaría de gozo, por no haber renegado de las palabras del Santo.

¿Qué fuerzas me quedan para resistir?, ¿qué destino espero para tener paciencia?, ¿es mi fuerza la fuerza de la roca o es de bronce mi carne? Ya no encuentro apoyo en mí, y la suerte me abandona.

Para el enfermo es la lealtad de los amigos, aunque olvide el temor del Todopoderoso: mis hermanos me traicionan como un torrente, como una torrentera cuando ha pasado el caudal: baja turbio por el deshielo, arrastrando revuelta la nieve; con el primer calor, se seca y, en la canícula, desaparece de su cauce. Por él las caravanas cambian de ruta, se adentran en la inmensidad y se extravían; las caravanas de Temá lo buscan, y los beduinos de Saba cuentan con él; pero queda burlada su esperanza y, al llegar, se ven decepcionados.

Igual vosotros, os habéis vuelto nada, veis mi terror y tenéis miedo. ¿Os he pedido que soltéis por mí algún soborno de vuestro bolsillo, que me libréis de mi adversario y me rescatéis de un poder tiránico?

Instruidme, y guardaré silencio, hacedme ver en qué me he equivocado. ¡Qué persuasivas son las palabras justas!; pero ¿qué prueban vuestras pruebas? ¿Pretendéis cogerme en mis palabras, cuando lo que dice un desesperado es viento?

Os sortearíais a un huérfano y trataríais el precio de un amigo. Ahora, miradme atentamente: juro no mentir en vuestra cara. Otra vez, por favor: que no se haga injusticia; otra vez, que está en juego mi inocencia. ¿Hay injusticia en mis labios?, ¿no distingue mi boca las palabras?»

RESPONSORIO    Jb 6, 2. 3

R. Si pudiera pesarse mi aflicción, * y juntarse en la balanza mis desgracias.
V. Serían más pesadas que la arena; por eso desvarían mis palabras.
R. Y juntarse en la balanza mis desgracias.

SEGUNDA LECTURA

Del Opúsculo de san Buenaventura, obispo, Sobre el itinerario de la mente hacia Dios
(Cap. 7, 1. 2. 4. 6: Opera omnia 5, 312-313)

LA SABIDURÍA MISTERIOSA REVELADA POR EL ESPÍRITU SANTO

Cristo es el camino y la puerta. Cristo es la escalera y el vehículo, él, que es el propiciatorio colocado sobre el arca de Dios y el misterio oculto desde los siglos. El que mira plenamente de cara este propiciatorio y lo contempla suspendido en la cruz, con fe, con esperanza y caridad, con devoción, admiración, alegría, reconocimiento, alabanza y júbilo, este tal realiza con él la pascua, esto es, el paso, ya que, sirviéndose del bastón de la cruz, atraviesa el mar Rojo, sale de Egipto y penetra en el desierto, donde saborea el maná escondido, y descansa con Cristo en el sepulcro, como muerto en lo exterior, pero sintiendo, en cuanto es posible en el presente estado de viadores, lo que dijo Cristo al ladrón que estaba crucificado a su lado: Hoy estarás conmigo en el paraíso.

Para que este paso sea perfecto, hay que abandonar toda especulación de orden intelectual y concentrar en Dios la totalidad de nuestras aspiraciones. Esto es algo misterioso y secretísimo, que sólo puede conocer aquel que lo recibe, y nadie lo recibe sino el que lo desea, y no lo desea sino aquel a quien inflama en lo más íntimo el fuego del Espíritu Santo, que Cristo envió a la tierra. Por esto dice el Apóstol que esta sabiduría misteriosa es revelada por el Espíritu Santo.

Si quieres saber cómo se realizan estas cosas, pregunta a la gracia, no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento; pregunta al gemido expresado en la oración, no al estudio y la lectura; pregunta al Esposo, no al Maestro; pregunta a Dios, no al hombre; pregunta a la oscuridad, no a la claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia Dios con unción suavísima y ardentísimos afectos. Este fuego es Dios, cuyo horno, como dice el profeta, está en Jerusalén, y Cristo es quien lo enciende con el fervor de su ardentísima pasión, fervor que sólo puede comprender el que es capaz de decir: Preferiría morir asfixiado, preferiría la muerte. El que de tal modo ama la muerte puede ver a Dios, ya que está fuera de duda aquella afirmación de la Escritura: Nadie puede ver mi rostro y seguir viviendo. Muramos, pues, y entremos en la oscuridad, impongamos silencio a nuestras preocupaciones, deseos e imaginaciones; pasemos con Cristo crucificado de este mundo al Padre, y así, una vez que nos haya mostrado al Padre, podremos decir con Felipe: Eso nos basta; oigamos aquellas palabras dirigidas a Pablo: Te basta mi gracia; alegrémonos con David, diciendo: Se consumen mi corazón y mi carne por Dios, mi herencia eterna. Bendito el Señor por siempre, y todo el pueblo diga: «¡Amén!»

RESPONSORIO    1Jn 3, 24; Sir 1, 9. 10

R. Quien guarda los mandamientos de Dios permanece en Dios y Dios en él; * Y conocemos que él permanece en nosotros por el Espíritu que nos ha dado.
V. Dios mismo creó la sabiduría, la derramó sobre todas sus obras y se la regaló a los que lo aman.
R. y conocemos que él permanece en nosotros por el Espíritu que nos ha dado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso, al celebrar hoy la festividad del obispo san Buenaventura, te pedimos nos concedas saber aprovechar sus preclaras enseñanzas e imitar su ardiente amor hacia ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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