miércoles, 18 de mayo de 2022

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO PASCUAL
JUEVES DE SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I

19 de mayo

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: OH REY PERPETUO DE LOS ELEGIDOS

Oh Rey perpetuo de los elegidos,
oh Creador que todo lo creaste,
oh Dios en quien el Hijo sempiterno
es desde antes del tiempo igual al Padre.

Oh tú que, sobre el mundo que nacía,
imprimiste en Adán tu eterna imagen,
confundiendo en su ser el noble espíritu
y el miserable lodo de la carne.

Oh tú que ayer naciste de la Virgen,
y hoy del fondo de la tumba naces;
oh tú que, resurgiendo de los muertos,
de entre los muertos resurgir nos haces.

Oh Jesucristo, libra de la muerte
a cuantos hoy reviven y renacen,
para que seas el perenne gozo
pascual de nuestras mentes inmortales.

Gloria al Padre celeste y gloria al Hijo,
que de la muerte resurgió triunfante,
y gloria con entrambos al divino Paracleto,
por siglos incesantes. Amén.

SALMODIA

Ant 1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen. Aleluya.

Salmo 17, 31-51 IV - EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR

Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.

¿Quién es dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto;

él me da pies de ciervo,
y me coloca en las alturas;
él adiestra mis manos para la guerra,
y mis brazos para tensar la ballesta.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen. Aleluya.

Ant 2. Tu diestra, Señor, me sostuvo. Aleluya.

Salmo 17 V

Me dejaste tu escudo protector,
tu diestra me sostuvo,
multiplicaste tus cuidados conmigo.
Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos;

yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo;
y no me volvía sin haberlo aniquilado:
los derroté, y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.

Me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste a los que me resistían;
hiciste volver la espalda a mis enemigos,
rechazaste a mis adversarios.

Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
Los reduje a polvo, que arrebataba el viento;
los pisoteaba como barro de las calles.

Me libraste de las contiendas de mi pueblo,
me hiciste cabeza de naciones,
un pueblo extraño fue mi vasallo.

Los extranjeros me adulaban,
me escuchaban y me obedecían.
Los extranjeros palidecían
y salían temblando de sus baluartes.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tu diestra, Señor, me sostuvo. Aleluya.

Ant 3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Aleluya.

Salmo 17 VI

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
el Dios que me dió el desquite
y me sometió los pueblos;

que me libró de mis enemigos,
me levantó sobre los que resistían
y me salvó del hombre cruel.

Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Aleluya.

V. Dios resucitó al Señor. Aleluya.
R. Y nos resucitará también a nosotros por su poder. Aleluya.

PRIMERA LECTURA

De los Hechos de los apóstoles 19, 1-20

PABLO EN ÉFESO

En aquellos días, mientras Apolo se encontraba en Corinto, Pablo, después de atravesar la región alta del Asia proconsular, llegó a Éfeso, donde encontró algunos discípulos. Y les preguntó:

«¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?»
Ellos contestaron:
«Ni siquiera hemos oído que exista el Espíritu Santo.»
Él les preguntó de nuevo:
«Pues entonces, ¿qué bautismo recibisteis?»
Le respondieron:
«El bautismo de Juan.»
Y dijo Pablo:

«Juan bautizó con un bautismo que era sólo una señal de arrepentimiento, y fue diciendo al pueblo que creyese en el que iba a venir después de él, esto es, en Jesús.»

Oídas estas palabras, se hicieron bautizar en el nombre de Jesús, el Señor. Pablo les impuso después las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo; y comenzaron a hablar distintas lenguas y a proferir discursos inspirados por Dios. Eran en total unos doce hombres.

Entró Pablo en la sinagoga, y con entereza y libertad habló por espacio de tres meses acerca del reino de Dios, tratando de convencer a los judíos. Pero, como algunos de ellos se obstinasen en no creer y en plena asamblea blasfemasen de la doctrina del Señor, Pablo rompió con ellos. Tomó aparte a sus discípulos y comenzó a enseñar todos los días en la escuela de un tal Tirano. Esta situación se prolongó por dos años, de manera que todos los habitantes del Asia proconsular, tanto judíos como griegos, llegaron a escuchar la doctrina del Señor.

Obraba Dios por medio de Pablo milagros extraordinarios; hasta tal punto que, con sólo aplicar a los enfermos los pañuelos y delantales que habían estado en contacto con su cuerpo, desaparecían las enfermedades y salían los espíritus malignos. Hasta unos exorcistas ambulantes, que eran judíos, llegaron a invocar sobre los posesos el nombre de Jesús, el Señor, con las siguientes palabras:

«Os conjuro por Jesús, a quien Pablo predica.»

Los que tal hacían eran siete hijos de un tal Esceva, judío perteneciente a la familia pontifical. Pero, una vez, el mal espíritu les replicó:

«Conozco a Jesús y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?»

Y, abalanzándose el poseso sobre ellos, los sujetó a todos y la emprendió con tal violencia que, desnudos y maltrechos, tuvieron que escapar de aquella casa. Este suceso llegó a conocimiento de todos cuantos vivían en Éfeso, tanto judíos como griegos; con lo que se apoderó de todos un gran temor, y dieron gloria al nombre de Jesús, el Señor. Muchos de los que se habían hecho cristianos venían a confesar y revelar sus fórmulas secretas de magia. Y buen número de los que se habían dedicado a las artes mágicas traían sus libros para quemarlos en presencia de todos. Se calculó el valor de los mismos en cincuenta mil monedas de plata. De este modo, por la eficacia que daba el Señor, se extendía y arraigaba el Evangelio.

RESPONSORIO    Hch 2, 4; 19, 6

R. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar, * según les hacía expresarse el Espíritu. Aleluya.
V. Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo; y comenzaron a hablar distintas lenguas y a proferir discursos inspirados.
R. Según les hacía expresarse el Espíritu. Aleluya.

SEGUNDA LECTURA

De los Tratados de san Gaudencio de Brescia, obispo
(Tratado 2: CSEL 68, 26. 29-30)

LA EUCARISTÍA ES LA PASCUA DEL SEÑOR

Uno solo murió por todos, el mismo que ahora en cada una de las asambleas cristianas, por el sacramento del pan y del vino, nos rehace con su inmolación, por la fe en él nos da la vida y, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio, consagra a los que ofrecen esta oblación.

Ésta es la carne y la sangre del Cordero, pues aquel pan bajado del cielo afirma: El pan que yo voy a dar es mi carne ofrecida por la vida del mundo. Y con razón su sangre es significada por el vino, ya que, al afirmar él mismo en el Evangelio: Yo soy la vid verdadera, manifiesta con suficiente claridad que el vino es su sangre ofrecida en el sacramento de su pasión; en este sentido el patriarca Jacob había profetizado de Cristo: Lava su ropa en vino y su túnica en sangre de uvas. En efecto, él lavó con su propia sangre la vestimenta de nuestro cuerpo que había tomado sobre sí como una vestidura.

El mismo Creador y Señor de la naturaleza, el que hace salir el pan de la tierra, convirtió el pan en su propio cuerpo (porque podía hacerlo y así lo había prometido); y el que había convertido el agua en vino convirtió después el vino en su sangre.

Es la Pascua del Señor, dice la Escritura, esto es, el paso del Señor; no tengas por cosa terrena lo que ha sido convertido en algo celestial por obra de aquel que pasó a esa materia y la ha convertido en su cuerpo y sangre.

Lo que recibes es el cuerpo de aquel pan bajado del cielo y la sangre de aquella vid sagrada. En efecto, al dar a sus discípulos el pan y el vino consagrados, les dijo: Esto es mi cuerpo; ésta es mi sangre. Creamos, pues, en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza: el que es la verdad en persona no puede engañarnos.

Por esto, cuando hablaba a la multitud de comer su cuerpo y beber su sangre, y la multitud murmuraba desconcertada: ¡Duras son estas palabras! ¿Quién es capaz de aceptarlas?, queriendo Cristo purificar con fuego celestial estos pensamientos que, como antes he dicho, han de ser evitados, añadió: El espíritu es el que da vida; la carne no vale nada. Las palabras que yo os he dicho son espíritu y vida.

RESPONSORIO    Jn 6, 58; Lc 22, 19

R. Como me envió el Padre que posee la vida y yo vivo por el Padre, de la misma manera * quien me come vivirá por mí. Aleluya.
V. Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros.
R. Quien me come vivirá por mí. Aleluya.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, cuya gracia nos transforma de culpables en justos, de infelices en dichosos, no dejes de favorecernos con la acción de tu gracia y con tus dones, y concédenos a los que hemos alcanzado ya la justificación por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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