martes, 14 de diciembre de 2021

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO DE ADVIENTO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III

15 de diciembre

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: VERBO QUE DEL CIELO BAJAS

Verbo que del cielo bajas,
Luz del Padre que, naciendo,
socorres al mundo mísero
con el correr de los tiempos:

Ilumina el corazón,
quema de amor nuestro pecho,
y borren tus enseñanzas
tantos deslices y yerros,

para que, cuando regreses
como juez de nuestros hechos,
castigues el mal oculto
y corones a los buenos.

Que la maldad no nos lance
por nuestras culpas al fuego,
mas felices moradores
nos veamos en tu reino.

A Dios Padre y a su Hijo
gloria y honor tributemos,
y al Espíritu Paráclito,
por los siglos sempiternos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Salmo 88, 2-38 I - HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Ant 2. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Salmo 88, 2-38 II

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.»

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Ant 3. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

Salmo 88, 2-38 III

Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;

pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad,
no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.

Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
«Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia,
como la luna, que siempre permanece:
su solio será más firme que el cielo.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

V. Levantaos, alzad la cabeza.
R. Se acerca vuestra liberación.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 31, 1-3; 32, 1-8

EL REINO DE VERDADERA JUSTICIA

¡Ay de los que bajan a Egipto por auxilio y buscan apoyo en su caballería! Confían en sus carros porque son numerosos y en su jinetes porque son fuertes; pero no han puesto sus ojos en el Santo de Israel, no han buscado al Señor.

Pero él también es hábil para traer desgracias y no ha revocado su palabra. Se alzará contra la casa de los malvados, contra el auxilio de los malhechores.

Los egipcios son hombres y no dioses, sus caballos son carne y no espíritu. El Señor extenderá su mano: tropezará el protector y caerá el protegido, los dos juntos perecerán —me lo ha dicho el Señor—.

Mirad: un rey reinará con justicia y sus jefes gobernarán según derecho. Serán abrigo contra el viento, refugio contra el aguacero, acequias en terreno seco, sombra de roca maciza en tierra ardiente.

Los ojos de los que ven no estarán cerrados y los oídos de los que oyen escucharán, la mente de los necios entrará en razón y la lengua tartamuda será ágil y hablará con soltura.
Ya no llamarán noble al necio, ni tratarán de excelencia al rufián, pues el necio sólo dice necedades y su corazón planea la maldad: practica la impiedad y habla desatinos contra el Señor, deja vacío el estómago del hambriento y le quita el agua al sediento.

El rufián, por su parte, usa de malas artes, maquina intrigas: perjudica a los pobres con mentiras y a los desvalidos que defienden sus derechos. En cambio, el noble tiene sólo planes nobles y está siempre firme en su noble sentir.

RESPONSORIO    Is 32. 3. 4; Jr 23, 5

R. Los ojos de los que ven no estarán cerrados, los oídos de los que oyen escucharán * y la mente de los necios entrará en razón.
V. Suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como re prudente.
R. Y la mente de los necios entrará en razón.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 20, 4-5: SC 100, 634-640)

DIOS SE HACE VISIBLE A LOS HOMBRES CON LA VENIDA DE CRISTO

Uno es Dios, quien por su palabra y su sabiduría hizo y dispuso todas las cosas.

Su Palabra es nuestro Señor Jesucristo, que en los últimos tiempos se hizo hombre entre los hombres para reunir el término con el comienzo, es decir, el hombre con Dios.

Los profetas, que habían recibido el don de la profecía de la misma Palabra, anunciaron su venida según la carne. Por esta venida se realizó la unión y comunión de Dios y el hombre, conforme a la voluntad del Padre. En efecto, la Palabra de Dios había anunciado de antemano que Dios sería visto por los hombres, que viviría con ellos en la tierra; había anunciado que hablaría y que estaría con su creatura para salvarla, que ella lo conocería; y había anunciado también que, librándonos de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian, es decir, de todo espíritu de pecado, nos haría servirle con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días, a fin de que el hombre, unido al Espíritu de Dios, glorificara al Padre.

Los profetas anunciaban que Dios sería visto por los hombres, y así lo proclamó el mismo Señor cuando dijo: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Pero nadie puede ver a Dios en su grandeza y en su gloria inenarrable y seguir viviendo: el Padre es inaccesible. Sin embargo, porque ama al hombre y porque todo lo puede, aun este don concedió a los que lo aman: ver a Dios; y esto también lo anunciaron los profetas: Lo que para los hombres es imposible es posible para Dios.

El hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere, puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Dios, que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por los profetas en el Espíritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopción filial y será visto en el reino de los cielos como Padre. En efecto, el Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios.

Pues así como los que ven la luz están en la luz y reciben su claridad, así también los que ven a Dios están en Dios y reciben su claridad. La claridad de Dios vivifica y, por lo tanto, los que ven a Dios reciben la vida.

RESPONSORIO    Dt. 18, 18; Lc 20, 13; Jn 6, 14

R. Les suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca; * y él les dirá todo lo que yo le mande.
V. Enviaré a mi amado Hijo; éste es ciertamente el profeta que ha de venir al mundo.
R. Y él les dirá todo lo que yo le mande.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos, Señor, que la renovación del misterio de la Navidad de tu Hijo, a la cual nos preparamos, nos libre del antiguo yugo del pecado por el cual estamos oprimidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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