martes, 16 de noviembre de 2021

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XXXIII
Del Común de varios mártires. Salterio I

17 de noviembre

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: TESTIGOS DE AMOR

Testigos de amor
de Cristo Señor,
mártires santos.

Rosales en flor
de Cristo el olor,
mártires santos.

Palabras en luz
de Cristo Jesús,
mártires santos.

Corona inmortal
del Cristo total,
mártires santos. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Salmo 17, 2-30 I- ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Ant 2. El Señor me libró porque me amaba.

Salmo 17 II

Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su rostro se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo.

Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba sobre un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad:

como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;

y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus continuos relámpagos los enloquecían.

El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu ira.

Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.

Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor me libró porque me amaba.

Ant 3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

Salmo 17 III

El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;

Le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.

Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.

Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

V. Todos quedaban maravillados.
R. De las palabras que salían de la boca de Dios.

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Ezequiel 20,27-44

HISTORIA DE LA INFIDELIDAD DE ISRAEL

En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:

«Hijo de hombre, habla así a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Vuestros padres me ofendieron cometiendo esta traición: Cuando los introduje en la tierra que con la mano en alto había jurado darles, al ver un collado alto, al ver un árbol copudo, allí hacían sus sacrificios, allí depositaban su irritante ofrenda, allí ponían sus oblaciones de aroma que aplaca, allí vertían sus libaciones. Entonces les pregunté: "¿Qué hay en ese altozano que frecuentáis?" Y se quedó con el nombre de "altozano" hasta el día de hoy.

Por tanto, dile a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Os contamináis igual que vuestros padres, fornicáis con sus fetiches, ofrecéis a vuestros hijos pasándolos por el fuego, os seguís contaminando con vuestros ídolos, ¿y voy a dejarme consultar por vosotros, casa de Israel? Por mi vida —oráculo del Señor—, juro que no me dejaré consultar. Jamás se realizarán los planes que estáis pensando: "Seremos como los demás pueblos, como las razas de otros países, sirviendo al palo y a la piedra."

Por mi vida —oráculo del Señor— juro que con mano poderosa, con brazo extendido, con cólera incontenible, reinaré sobre vosotros, y os sacaré de los países y os reuniré de entre las naciones por las que andáis dispersos, con mano poderosa, con brazo extendido, con cólera incontenible. Y os llevaré al desierto de los pueblos, para pleitear allí con vosotros cara a cara. Igual que pleiteé con vuestros padres, en el desierto de Egipto, así pleitearé con vosotros —oráculo del Señor—. Os haré pasar bajo el cayado, y os haré entrar uno a uno por el aro de la alianza; y excluiré a los rebeldes, que se sublevan contra mí; los sacaré del país de su destierro, pero no entrarán en la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy el Señor.

A vosotros, casa de Israel, esto os dice el Señor: Cada uno que vaya a servir a sus ídolos, si no quiere obedecerme; pero que no siga profanando mi santo nombre, con sus ofrendas idolátricas. Porque en mi santo monte, en el más alto monte de Israel —oráculo del Señor—, allí en la tierra, me servirá la casa de Israel toda entera. Allí los aceptaré, allí os pediré vuestros tributos, vuestras primicias y vuestros dones sagrados.

Como aroma que calma os aceptaré, cuando os saque de los países y os reúna de entre las naciones en las que estáis dispersos, y muestre en vosotros mi santidad a la vista de los gentiles. Y sabréis que yo soy el Señor cuando os lleve a la tierra de Israel, al país que con la mano en alto juré dar a vuestros padres. Allí, cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os contaminasteis, sentiréis asco de vosotros mismos por las maldades que cometisteis. Y sabréis que yo soy el Señor cuando os trate como exige mi nombre, no según vuestra mala conducta y vuestras obras perversas, casa de Israel —oráculo del Señor—.»

RESPONSORIO    Ez 20, 44. 43, 37

R. Sabréis que yo soy el Señor cuando os trate como exige mi nombre, * cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os contaminasteis.
V. Os haré pasar bajo el cayado, y os haré entrar uno a uno por el aro de la alianza.
R. Cuando os acordéis de vuestra conducta y de las malas obras con que os contaminasteis.

SEGUNDA LECTURA

De las Cartas del beato Roque González, presbítero y mártir
(Cartas annuas del padre Roque González al provincial Pedro de Oñate, año 1615 [s.d.]: Documentos para la historia argentina, 20, Buenos Aires 1929, pp. 24.25)

ESTA CRUZ HA DE SER PRINCIPIO DE QUE SE LEVANTEN OTRAS MUCHAS

Yo procuré volver con mucha brevedad. Acomodéme, en una chozuela junto al río, hasta que algo después me dieron otra choza pajiza algo mayor. Y poco más de dos meses después envió el padre Rector al padre Diego de Boroa. Llegó a aquel puesto segundo día de Pascua del Espíritu Santo, y ambos nos consolamos harto de vemos, por amor de Dios nuestro Señor, en partes tan remotas y apartadas. Acomodámonos en la choza ambos con unos apartadijos de caña, y con lo mismo estaba atajada una capillita poco más ancha que el altar, donde decíamos misa. Y con la virtud de este soberano y divino sacrificio de la santa cruz en que se ofreció y estaba allí triunfando, los demonios que antes se les aparecían a los indios, no se atrevieron a aparecer más, y así lo dijo un indio. En aquella casita estuvimos con no pequeña necesidad en todo, porque el frío, como no tenía defensa, era tanto, que nos quitaba el sueño. La comida, unas veces un poco de maíz cocido otras, harina de mandioca que comen los indios; y aun porque solíamos enviar al campo a buscar unas hierbas de que comen bien los papagayos, los indios por gracia dijeron que lo éramos.

Y como el demonio vio que la cosa iba tan adelante, o por sí mismo hablándoles o por medio de sus ministros, temiendo perder lo que había ganado en tantos años si la Compañía de Jesús entraba en estas tan extendidas provincias; y así sembraron por todo el Paraná que éramos espías y sacerdotes falsos, y que en los libros traíamos la muerte, y esto en tanto grado, que, estando por medio de unas estampas declarándoles el padre Boroa a unos infieles los misterios de nuestra santa fe, se recelaban de llegar cerca de las imágenes no se les pegase la muerte. Pero poco a poco se van desengañando y viendo con sus ojos los indios cómo los nuestros les son verdaderos padres, dándoles con amor de tales cuanto piden como lo haya en casa, y siéndoles médicos no sólo de sus almas —que es lo principal—, sino de sus cuerpos, ayudándoles en todas sus enfermedades y trabajos de noche y de día.

En viendo cómo los indios nos cobraron amor, tratamos de hacer una pequeña iglesia, y con serlo baja y cubierta de paja, estos pobrecitos lo son tanto, que les parecían palacios reales, y mirando hacia el techo, hacían milagros, y ambos embarrábamos a ratos para enseñar a los indios, que aun eso no sabían. Acabóse para el día de nuestro santo padre Ignacio del año pasado de seiscientos y quince. En el cual dijimos la primera misa, procurando celebrar aquella santa fiesta con la renovación de nuestros votos y con otros regocijos exteriores según el poco posible de la tierra; procuramos imponer una danza, pero los muchachos están todavía tan montaraces, que no salieron con ello. Púsose una campana en un campanario de madera, que no causó poca admiración, como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha admiración es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia; y habiéndoles dicho la razón por que los cristianos la adoramos, nosotros y ellos la adoramos todos de rodillas; y aunque es la última que hay en estas partes, espero en nuestro Señor ha de ser principio de que se levanten otras muchas.

RESPONSORIO    Jn 10, 15-18; cf. Jn 12, 7

R. Yo doy mi vida por mis ovejas; * nadie me la quita, yo la doy voluntariamente.
V. He abandonado mi casa, he entregado mi vida en manos de mis enemigos.
R. Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor, haz que tu palabra crezca allá donde los mártires la sembraron y produzca el ciento por uno en frutos de justicia y de paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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