viernes, 11 de junio de 2021

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA X
Del Común de la Santísima Virgen María. Salterio II

12 de junio

OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: LUCERO DE LA MAÑANA

Lucero de la mañana,
norte que muestra el camino,
cuando turba de continuo
nuestro mar la tramontana.
Quien tanta grandeza explica
sin alas puede volar,
porque no podrá alabar
a la que es más santa y rica.

Sois pastora de tal suerte,
que aseguráis los rebaños
de mortandades y daños,
dando al lobo cruda muerte.
Dais vida a quien se os aplica, 
y en los cielos y en la tierra
libráis las almas de guerra,
como poderosa y rica.

Si vuestro ejemplo tomasen
las pastoras y pastores,
yo fío que de dolores
para siempre se librasen.
Tanto Dios se os comunica,
que sin fin os alabamos,
y más cuando os contemplamos
en el mundo la más rica. Amén

SALMODIA

Ant 1. Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Salmo 135 I - HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

El afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Ant 2. Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Salmo 135 II

El hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Ant 3. Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

Salmo 135 III

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel, su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

V. Señor, enséñame tus caminos.
R. Instrúyeme en tus sendas. 

PRIMERA LECTURA

Del libro de Josué 10, 1-14; 11, 15-17

EL PUEBLO DE DIOS TOMA POSESIÓN DE SU TIERRA

Habiéndose enterado Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, de que Josué se había apoderado de Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y habían quedado incorporados a él, se atemorizó mucho con ello, porque Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real, mayor que Ay, y todos sus hombres eran valientes. Entonces Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, mandó a decir a Hohán, rey de Hebrón, a Piram, rey de Yarmut, a Yafia, rey de Lakís, y a Debir, rey de Eglón:

«Venid en mi auxilio para que derrotemos a Gabaón, pues han hecho las paces con Josué y con los israelitas.»

Se juntaron y se pusieron en marcha los cinco reyes amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Yarmut, el rey de Lakís y el rey de Eglón, con todas sus tropas; asediaron a Gabaón y la atacaron. Los gabaonitas mandaron decir a Josué al campamento de Guilgal:

«No dejes solos a tus siervos; sube aprisa hacia nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los reyes amorreos que habitan en la montaña.»

Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros esforzados. Y el Señor dijo a Josué:

«No los temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.»

Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde Guilgal.

El Señor los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón; los persiguió por el camino de la bajada de Bet-Jorón y los batió hasta Azecá y Maquedá. Mientras huían ante Israel por la pendiente de Bet-Jorón, el Señor lanzó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azecá, que hicieron morir a muchos. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada.

El día que el Señor entregó al amorreo en manos de los israelitas, Josué se dirigió al Señor y exclamó:

«Detente, oh sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayalón.»

Y el sol se detuvo y la luna se esperó, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? El sol se detuvo en medio del cielo y dejó de correr un día entero hacia su ocaso. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera el Señor a la voz de un hombre. Es que el Señor combatía por Israel.

Tal como el Señor había ordenado a su siervo Moisés, Moisés se lo había ordenado a Josué, y Josué lo ejecutó: no dejó pasar una sola palabra de lo que el Señor había ordenado a Moisés. Josué se apoderó de todo el país: de la montaña, de todo el Negueb y de todo el país de Gosen, de la Tierra Baja, de la Arabá, de la montaña de Israel y de sus estribaciones.

Desde el monte Escueto que sube hacia Seír hasta Baal-Gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón, apresó a todos sus reyes y los hirió de muerte. 

RESPONSORIO    Ez 34, 13. 15

R. Congregaré a mis ovejas de entre las naciones, las traeré a su tierra, * las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.
V. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a reposar.
R. Las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.

SEGUNDA LECTURA

De los Sermones de san Lorenzo Justiniano, obispo
(Sermón 8, En la fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María: Opera 2, Venecia 1751, 38-39)

MARÍA CONSERVABA TODAS ESTAS COSAS EN SU CORAZÓN

María iba reflexionando sobre todas las cosas que había conocido leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba en aumento constante, sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su caridad era cada vez más ardiente. Su conocimiento y penetración, siempre renovados, de los misterios celestiales la llenaban de alegría, la hacían gozar de la fecundidad del Espíritu, la atraían hacia Dios y la hacían perseverar en su propia humildad. Porque en esto consisten los progresos de la gracia divina, en elevar desde lo más humilde hasta lo más excelso y en ir transformando de resplandor en resplandor. Bienaventurada el alma de la Virgen que, guiada por el magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se sometía siempre y en todo a las exigencias de la Palabra de Dios.

Ella no se dejaba llevar por su propio instinto o juicio, sino que su actuación exterior correspondía siempre a las insinuaciones internas de la sabiduría que nace de la fe. Convenía, en efecto, que la sabiduría divina, que se iba edificando la casa de la Iglesia para habitar en ella, se valiera de María santísima para lograr la observancia de la ley, la purificación de la mente, la justa medida de la humildad y el sacrificio espiritual.

Imítala tú, alma fiel. Entra en el templo de tu corazón, si quieres alcanzar la purificación espiritual y la limpieza de todo contagio de pecado. Allí Dios atiende más a la intención que a la exterioridad de nuestras obras. Por esto, ya sea que por la contemplación salgamos de nosotros mismos para reposar en Dios, ya sea que nos ejercitemos en la práctica de las virtudes o que nos esforcemos en ser útiles a nuestro prójimo con nuestras buenas obras, hagámoslo de manera que la caridad de Cristo sea lo único que nos apremie. Éste es el sacrificio de la purificación espiritual, agradable a Dios, que se ofrece no en un templo hecho por mano de hombres, sino en el templo del corazón, en el que Cristo el Señor entra de buen grado.

RESPONSORIO     

R. No hay alabanza digna de ti, virginidad inmaculada y santa. * Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que en el corazón de santa María Virgen preparaste al Espíritu Santo una digna morada, haz que también nosotros, por intercesión de María, seamos transformados en templos de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios. 

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