domingo, 23 de mayo de 2021

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA VIII
De la Feria. Salterio IV

24 de mayo

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA.

En el principio, tu palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu palabra

Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu palabra.

Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.

Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.

Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén

SALMODIA

Ant 1. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Salmo 72 I - POR QUÉ SUFRE EL JUSTO

¡Qué bueno es Dios para el justo,
el Señor para los limpios de corazón!

Pero yo por poco doy un mal paso,
casi resbalaron mis pisadas:
porque envidiaba a los perversos,
viendo prosperar a los malvados.

Para ellos no hay sinsabores,
están sanos y engreídos;
no pasan las fatigas humanas
ni sufren como los demás.

Por eso su collar es el orgullo,
y los cubre un vestido de violencia;
de las carnes les rezuma la maldad,
el corazón les rebosa de malas ideas.

Insultan y hablan mal,
y desde lo alto amenazan con la opresión.
Su boca se atreve con el cielo,
y su lengua recorre la tierra.

Por eso mi pueblo se vuelve a ellos
y se bebe sus palabras.
Ellos dicen: «¿Es que Dios lo va a saber,
se va a enterar el Altísimo?»
Así son los malvados:
siempre seguros, acumulan riquezas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que bueno es el Dios de Israel para los justos.

Ant 2. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Salmo 72 II

Entonces, ¿para qué he limpiado yo mi corazón
y he lavado en la inocencia mis manos?
¿Para qué aguanto yo todo el día
y me corrijo cada mañana?

Si yo dijera: «Voy a hablar como ellos»,
renegaría de la estirpe de tus hijos.

Meditaba yo para entenderlo,
pero me resultaba muy difícil;
hasta que entré en el misterio de Dios,
y comprendí el destino de ellos.

Es verdad: los pones en el resbaladero,
los precipitas en la ruina;
en un momento causan horror,
y acaban consumidos de espanto.

Como un sueño al despertar, Señor,
al despertarte desprecias sus sombras.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Su risa se convertirá en llanto, y su alegría en tristeza.

Ant 3. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

Salmo 72 III

Cuando mi corazón se agriaba
y me punzaba mi interior,
yo era un necio y un ignorante,
yo era un animal ante ti.

Pero yo siempre estaré contigo,
tú tomas mi mano derecha,
me guías según tus planes,
y me llevas a un destino glorioso.

¿No te tengo a ti en el cielo?;
y contigo, ¿qué me importa la tierra?
Se consumen mi corazón y mi carne
por Dios, mi herencia eterna.

Sí: los que se alejan de ti se pierden;
tú destruyes a los que te son infieles.

Para mí lo bueno es estar junto a Dios,
hacer del Señor mi refugio,
y proclamar todas tus acciones
en las puertas de Sión.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Para mí lo bueno es estar junto a Dios, pues los que se alejan de ti se pierden.

V. Qué dulce al paladar tu promesa, Señor.
R. Más que miel en la boca.

PRIMERA LECTURA

Del libro de Job 2, 1-13

JOB, CUBIERTO DE ÚLCERAS, ES VISITADO POR UNOS AMIGOS

Un día fueron los ángeles y se presentaron al Señor. Entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó:
«¿De dónde vienes?»

Él respondió:
«De dar vueltas por la tierra.»

El Señor le dijo:
«¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él; es un hombre justo y honrado que teme a Dios y se aparta del mal. Aunque tú me has incitado contra él para que lo aniquile sin motivo, él todavía persiste en su honradez.»

Satanás respondió:
«"¡Piel por piel!" Por salvar la vida el hombre lo da todo. Pero extiende la mano sobre él, hiérelo en su carne y en sus huesos, y apuesto a que te maldice en tu cara.»

El Señor le dijo:
«Haz lo que quieras con él, pero respétale la vida.»

Y Satanás se marchó e hirió a Job con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Job cogió una tejuela para rasparse con ella, sentado en tierra, entre la basura. Su mujer le dijo:
«¿Todavía persistes en tu honradez? Maldice a Dios y muérete.»

El le contestó:
«Hablas como una necia. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?»
A pesar de todo, Job no pecó con sus labios.

Tres amigos suyos —Elifaz de Temán, Bildad de Suj y Sofar de Naamat—, al enterarse de la desgracia que había sufrido, salieron de su lugar y se reunieron para ir a compartir su pena y consolarlo.

Cuando lo vieron a distancia, no lo reconocían, y rompieron a llorar. Se rasgaron el manto, echaron polvo sobre su cabeza y hacia el cielo, y se quedaron con él, sentados en el suelo, siete días con sus noches, sin decirle una palabra, porque veían lo profundo de su dolor.

RESPONSORIO    Sal 37, 2. 3. 4. 12

R. Señor, no me corrijas con ira, tus flechas se me han clavado. * No hay parte ilesa en mi carne a causa de tu furor.
V. Mis amigos y compañeros se alejan de mí.
R. No hay parte ilesa en mi carne a causa de tu furor.

SEGUNDA LECTURA

De los libros de las Morales de san Gregorio Magno, papa, sobre el libro de Job.
(Libro 3, 15-16: PL 75, 606-608)

SI ACEPTAMOS DE DIOS LOS BIENES, ¿NO VAMOS A ACEPTAR LOS MALES?

El apóstol Pablo, considerando en sí mismo las riquezas de la sabiduría interior y viendo al mismo tiempo que en lo exterior no es más que un cuerpo corruptible, dice: Llevamos este tesoro en vasos de barro. En el bienaventurado Job, el vaso de barro experimenta exteriormente las desgarraduras de sus úlceras, pero el tesoro interior permanece intacto. En lo exterior crujen sus heridas, pero del tesoro de sabiduría que nace sin cesar en su interior emanan estas palabras llenas de santas enseñanzas: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? Entiendo por bienes los dones de Dios, tanto temporales como eternos, y por males las calamidades presentes, acerca de las cuales dice el Señor por boca del profeta: Yo soy el Señor y no hay otro: artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia.

Artífice de la luz, creador de las tinieblas, porque, cuando por las calamidades exteriores son creadas las tinieblas del sufrimiento, en lo interior se enciende la luz del conocimiento espiritual. Autor de la paz, creador de la desgracia, porque precisamente entonces se nos devuelve la paz con Dios, cuando las cosas creadas, que son buenas en sí, pero que no siempre son rectamente deseadas, se nos convierten en calamidades y causa de desgracia. Por el pecado perdemos la unión con Dios; es justo, por tanto, que volvamos a la paz con él a través de las calamidades; de este modo, cuando cualquier cosa creada, buena en sí misma, se nos convierte en causa de sufrimiento, ello nos sirve de corrección, para que volvamos humildemente al autor de la paz.

Pero en estas palabras de Job, con las que responde a las imprecaciones de su esposa, debemos considerar principalmente lo llenas que están de buen sentido. Dice, en efecto: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? Es un gran consuelo en medio de la tribulación acordarnos, cuando llega la adversidad, de los dones recibidos de nuestro Creador. Si acude en seguida a nuestra mente el recuerdo reconfortante de los dones divinos, no nos dejaremos doblegar por el dolor. Por esto dice la Escritura: En el día dichoso no te olvides de la desgracia, en el día desgraciado no te olvides de la dicha. En efecto, aquel que en el tiempo de los favores se olvida del temor de la calamidad cae en la arrogancia por su actual satisfacción. Y el que en el tiempo de la calamidad no se consuela con el recuerdo de los favores recibidos es llevado a la más completa desesperación por su estado mental.

Hay que juntar, pues, lo uno y lo otro, para que se apoyen mutuamente; así el recuerdo de los favores templará el sufrimiento de la calamidad, y la previsión y temor de la calamidad moderará la alegría de los favores. Por esto aquel santo varón, en medio de los sufrimientos causados por sus calamidades, calmaba su mente angustiada por tantas heridas con el recuerdo de los favores pasados, diciendo: Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

RESPONSORIO    Jb 2, 10; 1, 21-22

R. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? * El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.
V. En todo esto no pecó Job, ni dijo nada insensato contra Dios.
R. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.

ORACIÓN.

OREMOS,
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario