lunes, 26 de octubre de 2020

LITURGIA DE LAS HORAS - OFICIO DE LECTURA



TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA XXX
De la Feria. Salterio II

27 de octubre

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: ESPADA DE DOS FILOS

¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra!
Penetra como fuego
y divide la entraña.

¡Nada como tu voz,
es terrible tu espada!
¡Nada como tu aliento,
es dulce tu palabra!

Tenemos que vivir
encendida la lámpara,
que para virgen necia
no es posible la entrada.
No basta con gritar
sólo palabras vanas,
ni tocar a la puerta
cuando ya está cerrada.

Espada de dos filos
que me cercena el alma,
que hiere a sangre y fuego
esta carne mimada,
que mata los ardores
para encender la gracia.

Vivir de tus incendios,
luchar por tus batallas,
dejar por los caminos
rumor de tus sandalias.
¡Espada de dos filos
es, Señor, tu palabra! Amén.

SALMODIA

Ant 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Salmo 36 I - LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD

No te exasperes por los malvados,
no envidies a los que obran el mal:
se secarán pronto, como la hierba,
como el césped verde se agostarán.

Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará brillar tu justicia como el amanecer;
tu derecho, como el mediodía.

Descansa en el Señor y espera en él,
no te exasperes por el hombre que triunfa
empleando la intriga:

cohíbe la ira, reprime el coraje,
no te exasperes, no sea que obres mal;
porque los que obran mal son excluidos,
pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.

Aguarda un momento: desapareció el malvado,
fíjate en su sitio: ya no está;
en cambio, los sufridos poseen la tierra
y disfrutan de paz abundante.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

Ant 2. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

Salmo 36 II

El malvado intriga contra el justo,
rechina sus dientes contra él;
pero el Señor se ríe de él,
porque ve que le llega su hora.

Los malvados desenvainan la espada,
asestan el arco,
para abatir a pobres y humildes,
para asesinar a los honrados;
pero su espada les atravesará el corazón,
sus arcos se romperán.

Mejor es ser honrado con poco
que ser malvado en la opulencia;
pues al malvado se le romperán los brazos,
pero al honrado lo sostiene el Señor.

El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará siempre;
no se agostarán en tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se saciarán;

pero los malvados perecerán,
los enemigos del Señor
se marchitarán como la belleza de un prado,
en humo se disiparán.

El malvado pide prestado y no devuelve,
el justo se compadece y perdona.
Los que el Señor bendice poseen la tierra,
los que él maldice son excluidos.

El Señor asegura los pasos del hombre,
se complace en sus caminos;
si tropieza, no caerá,
porque el Señor lo tiene de la mano.

Fui joven, ya soy viejo:
nunca he visto a un justo abandonado,
ni a su linaje mendigando el pan.
A diario se compadece y da prestado;
bendita será su descendencia.

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.

Los inicuos son exterminados,
la estirpe de los malvados se extinguirá;
pero los justos poseen la tierra,
la habitarán por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

Ant 3. Confía en el Señor y sigue su camino.

Salmo 36 III

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

El malvado espía al justo
e intenta darle muerte;
pero el Señor no lo entrega en sus manos,
no deja que lo condenen en el juicio.

Confía en el Señor, sigue su camino;
él te levantará a poseer la tierra,
y verás la expulsión de los malvados.

Vi a un malvado que se jactaba,
que prosperaba como un cedro frondoso;
volví a pasar, y ya no estaba;
lo busqué, y no lo encontré.

Observa al honrado, fíjate en el bueno:
su porvenir es la paz;
los impíos serán totalmente aniquilados,
el porvenir de los malvados quedará truncado.

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados y los salva,
porque se acogen a él.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.

V. Enséñame Señor, a gustar y a comprender.
R. Porque me fío de tus mandatos.

PRIMERA LECTURA

Del libro de la Sabiduría

LOS JUSTOS POSEERÁN EL REINO

Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará tormento alguno. Creyeron los insensatos que habían muerto; tuvieron por quebranto su salida de este mundo, y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz. Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad; por una corta corrección recibirán largos beneficios, pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en el crisol y como holocausto los aceptó.

El día de su visita se inflamarán, se propagarán como chispas en rastrojo. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente. Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor, porque sus elegidos hallan gracia y misericordia.

En cambio, los impíos recibirán la pena que sus pensamientos merecen, por desdeñar al justo y separarse del Señor. Infelices los que desprecian la sabiduría y la instrucción; vana es su esperanza, sin provecho sus fatigas, inútiles sus obras; sus mujeres son insensatas, malvados sus hijos, maldita su posteridad.

Dichosa la estéril sin mancilla, la que no conoce lecho de pecado; su fecundidad se mostrará en la visita de las almas.

Dichoso también el célibe que no obra iniquidad ni fomenta pensamientos perversos contra el Señor; por su fidelidad alcanzará una escogida recompensa, una herencia muy agradable en el santuario del Señor. Que el fruto de los esfuerzos nobles es glorioso, imperecedera la raíz de la prudencia.

Pero los hijos de los adúlteros no llegarán a sazón, desaparecerá la raza nacida de una unión culpable. Si viven largos años, no alcanzarán estima alguna y al fin su ancianidad carecerá de honor. Y si mueren pronto, no tendrán esperanza ni consuelo en el día de la sentencia: ¡duro es el destino de una raza inicua!

RESPONSORIO    Sb 3, 6. 9

R. Dios probó a sus elegidos como oro en el crisol y como holocausto los aceptó; el día de su visita se inflamarán, * pues hallarán gracia y misericordia.
V. Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor.
R. Pues hallarán gracia y misericordia.

SEGUNDA LECTURA

De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 24, 1-5; 27, 1—29, 1: Funk 1, 93.97)

DIOS ES FIEL EN SUS PROMESAS Y JUSTO EN SUS JUICIOS

Consideremos, amadísimos hermanos, cómo Dios no cesa de alentarnos con la esperanza de una futura resurrección, de la que nos ha dado ya las primicias al resucitar de entre los muertos al Señor Jesucristo. Estemos atentos, amados hermanos, al mismo proceso natural de la resurrección que contemplamos todos los días: el día y la noche ponen ya ante nuestros ojos como una imagen de la resurrección: la noche se duerme, el día se levanta; el día termina, la noche lo sigue. Pensemos también en nuestras cosechas: ¿Qué es la semilla y cómo la obtenemos? Sale el sembrador y arroja en tierra unos granos de simiente, y lo que cae en tierra, seco y desnudo, se descompone; pero luego, de su misma descomposición, el Dueño de todo, en su divina providencia, lo resucita, y de un solo grano saca muchos y cada uno de ellos lleva su fruto.

Tengamos, pues, esta misma esperanza y unamos con ella nuestras almas a aquel que es fiel en sus promesas y justo en sus juicios. Quien nos prohibió mentir ciertamente no mentirá, pues nada es imposible para Dios, fuera de la mentira. Reavivemos, pues, nuestra fe en él y creamos que todo está, de verdad, en sus manos.

Con una palabra suya creó el universo y con una palabra lo podría también aniquilar. ¿Quién podría decirle: «Qué has hecho»? O ¿quién podrá resistir la fuerza de su brazo? Él lo hace todo cuando quiere y como quiere y nada dejará de cumplirse de cuanto él ha decretado. Todo está presente ante él y nada se opone a su querer, pues el cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo murmura; sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón.

Siendo, pues, así que todo está presente ante él y que él todo lo contempla, tengamos temor de ofenderlo y apartémonos de todo deseo impuro de malas acciones, a fin de que su misericordia nos defienda en el día del juicio. Porque ¿quién de nosotros podría huir de su poderosa mano? ¿Qué mundo podría acoger a un desertor de Dios? Dice, en efecto, en cierto lugar, la Escritura: ¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. ¿En qué lugar, pues, podría alguien refugiarse para escapar de aquel que lo envuelve todo?

Acerquémonos, por tanto, al Señor con un alma santificada, levantando hacia él nuestras manos puras e incontaminadas; amemos con todas nuestras fuerzas al que es nuestro Padre, amante y misericordioso, y que ha hecho de nosotros su pueblo de elección.

RESPONSORIO    Est 13, 9; Sal 43, 26; Est 13, 10

R. Señor, Rey omnipotente, todo está sometido a tu poder y no hay quien pueda resistir a tu voluntad. * Redímenos por tu misericordia.
V. Tú hiciste el cielo y la tierra y cuantas maravillas existen bajo el cielo.
R. Redímenos por tu misericordia.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, aumenta en nosotros la fe, la esperanza y la caridad, y para que alcancemos lo que nos prometes haz que amemos lo que nos mandas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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