TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA XV
Del Común de la Santísima Virgen María. Salterio III.
16 de julio
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. (MEMORIA)
Las sagradas Escrituras celebran la belleza del Carmelo, donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe de Israel en el Dios vivo. En el siglo XII, algunos eremitas se retiraron a aquel monte, constituyendo más tarde una Orden dedicada a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen María.
Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: LUCERO DE LA MAÑANA
Lucero de la mañana,
norte que muestra el camino,
cuando turba de continuo
nuestro mar la tramontana.
Quien tanta grandeza explica
sin alas puede volar,
porque no podrá alabar
a la que es más santa y rica.
Sois pastora de tal suerte,
que aseguráis los rebaños
de mortandades y daños,
dando al lobo cruda muerte.
Dais vida a quien se os aplica,
y en los cielos y en la tierra
libráis las almas de guerra,
como poderosa y rica.
Si vuestro ejemplo tomasen
las pastoras y pastores,
yo fío que de dolores
para siempre se librasen.
Tanto Dios se os comunica,
que sin fin os alabamos,
y más cuando os contemplamos
en el mundo la más rica. Amén
SALMODIA
Ant 1. Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio.
Salmo 88, 39-53 - IV: LAMENTACIÓN POR LA CAÍDA DE LA CASA DE DAVID
Tú, encolerizado con tu Ungido,
lo has rechazado y desechado;
has roto la alianza con tu siervo
y has profanado hasta el suelo su corona;
has derribado sus murallas
y derrocado sus fortalezas;
todo viandante lo saquea,
y es la burla de sus vecinos;
has sostenido la diestra de sus enemigos
y has dado el triunfo a sus adversarios;
pero a él le has embotado la espada
y no lo has confortado en la pelea;
has quebrado su cetro glorioso
y has derribado su trono;
has acortado los días de su juventud
y lo has cubierto de ignominia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mira, Señor, y contempla nuestro oprobio.
Ant 2. Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Salmo 88, 39-53 - V
¿Hasta cuándo, Señor, estarás escondido
y arderá como un fuego tu cólera?
Recuerda, Señor, lo corta que es mi vida
y lo caducos que has creado a los humanos.
¿Quién vivirá sin ver la muerte?
¿Quién sustraerá su vida a la garra del abismo?
¿Dónde está, Señor, tu antigua misericordia
que por tu fidelidad juraste a David?
Acuérdate, Señor, de la afrenta de tus siervos:
lo que tengo que aguantar de las naciones,
de cómo afrentan, Señor, tus enemigos,
de cómo afrentan las huellas de tu Ungido.
Bendito el Señor por siempre. Amén, amén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo soy el renuevo y el vástago de David, la estrella luciente de la mañana.
Ant 3. Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por siempre.
Salmo 89 - BAJE A NOSOTROS LA BONDAD DEL SEÑOR
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.
Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vigilia nocturna.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
¡Cómo nos ha consumido tu cólera
y nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos ante la luz de tu mirada:
y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,
y nuestros años se acabaron como un suspiro.
Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
la mayor parte son fatiga inútil,
porque pasan aprisa y vuelan.
¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,
quién ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos;
por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Nuestros años se acaban como la hierba, pero tú, Señor, permaneces desde siempre y por siempre.
V. En ti, Señor, está la fuente viva.
R. Y tu luz nos hace ver la luz.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Job 5, 1-27
NO RECHACES EL ESCARMIENTO DEL SEÑOR
Elifaz continuó diciendo:
«Grita, a ver si alguien te responde; ¿a qué ángel te volverás? Porque el despecho mata al insensato, y la envidia da muerte al inexperto. Yo vi a un insensato echar raíces, y al momento vi maldita su morada, a sus hijos sin poder salvarse, atropellados sin defensa ante los jueces; sus cosechas las devoró el hambriento, robándolas a través de los espinos, y el sediento se sorbió su hacienda. No nace del barro la miseria, la fatiga no germina de la tierra: es el hombre quien engendra la fatiga, como las chispas alzan el vuelo.
Yo que tú, acudiría a Dios para poner mi causa en sus manos. Él hace prodigios insondables, maravillas sin cuento: da lluvia a la tierra, riega los campos, levanta a los humildes, da refugio seguro a los abatidos, malogra los planes del astuto para que fracasen sus manejos, enreda en sus mañas al artero y hace abortar las intrigas del taimado; así, en pleno día, van a dar en las tinieblas; a plena luz, van a tientas como de noche. Así Dios salva al pobre de la lengua afilada, de la mano violenta; da esperanza al desvalido y tapa la boca a los malvados.
Dichoso el hombre a quien corrige Dios: no rechaces el escarmiento del Todopoderoso, porque él hiere y venda la herida, golpea y cura con su mano; de seis peligros te salva, y al séptimo no sufrirás ningún mal; en tiempo de hambre, te librará de la muerte y, en la batalla, de la espada; te esconderá del látigo de la lengua y, aunque llegue el desastre, no temerás, te reirás de hambres y desastres, no temerás a las fieras, harás pacto con los espíritus del campo y tendrás paz con las fieras, disfrutarás de la paz de tu tienda y, al recorrer tu dehesa, nada echarás de menos; verás una descendencia numerosa, y a tus retoños como hierba del campo; bajarás a la tumba sin achaques, como una gavilla en sazón.
Todo esto lo hemos indagado y es cierto: escúchalo y aplícatelo.»
RESPONSORIO Jb 5, 17-18; Hb 12, 5
R. Dichoso el hombre a quien corrige Dios: no rechaces el escarmiento del Todopoderoso, * porque él hiere y venda la herida, golpea y cura con su mano.
V. No mires con desdén la corrección con que el Señor te educa y no te desalientes cuando seas por él amonestado.
R. Porque él hiere y venda la herida, golpea y cura con su mano.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san león Magno, papa
(Sermón 1, En la Natividad del Señor, 2. 3: PL 54, 191-192)
MARÍA, ANTES DE CONCEBIR CORPORALMENTE, CONCIBIÓ EN SU ESPÍRITU
Dios elige a una virgen de la descendencia real de David; y esta virgen, destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación, antes de concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la concibió en su espíritu. Y, para que no se espantara, ignorando los designios divinos, al observar en su cuerpo unos cambios inesperados, conoce, por la conversación con el ángel, lo que el Espíritu Santo ha de operar en ella. Y la que ha de ser Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento. ¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan, además, confirmadas cuando el ángel le da una prueba de la eficacia maravillosa de este poder divino, haciéndole saber que Isabel ha obtenido también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen.
Así, pues, el Verbo de Dios, que es Dios, el Hijo de Dios, que ya al comienzo estaba con Dios, por quien empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por él, se hace hombre para librar al hombre de la muerte eterna; se abaja hasta asumir nuestra pequeñez, sin menguar por ello su majestad, de tal modo que, permaneciendo lo que era y asumiendo lo que no era, une la auténtica condición de esclavo a su condición divina, por la que es igual al Padre; la unión que establece entre ambas naturalezas es tan admirable, que ni la gloria de la divinidad absorbe la humanidad, ni la humanidad disminuye en nada la divinidad.
Quedando, pues, a salvo el carácter propio de cada una de las naturalezas, y unidas ambas en una sola persona, la majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza pasible, Dios verdadero y hombre verdadero se conjugan armoniosamente en la única persona del Señor; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres pudo a la vez morir y resucitar, por la conjunción en él de esta doble condición. Con razón, pues, este nacimiento salvador había de dejar intacta la virginidad de la madre, ya que fue a la vez salvaguarda del pudor y alumbramiento de la verdad.
Tal era, amadísimos, la clase de nacimiento que convenía a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios; con él se mostró igual a nosotros por su humanidad, superior a nosotros por su divinidad. Si no hubiera sido Dios verdadero, no hubiera podido remediar nuestra situación; si no hubiera sido hombre verdadero, no hubiera podido darnos ejemplo.
Por eso, al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Ellos ven, en efecto, que la Jerusalén celestial se va edificando por medio de todas las naciones del orbe. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?
RESPONSORIO
R. Celebremos la festividad de la gloriosa Virgen María, en cuya humildad puso el Señor sus ojos; * ella concibió al Salvador del mundo, como el ángel lo anunció.
V. Cantemos alabanzas a Cristo en este día, al celebrar las glorias de la admirable Madre de Dios.
R. Ella concibió al Salvador del mundo, como el ángel lo anunció.
ORACIÓN.
OREMOS,
Haz venir, Señor, sobre nosotros la poderosa intercesión de la gloriosa Virgen María, para que, protegidos con su auxilio, podamos llegar a tu monte santo, que es Jesucristo, tu Hijo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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