TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA I
De la Feria. Salterio I
16 de enero
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CON GOZO EL CORAZÓN CANTE LA VIDA
Con gozo el corazón cante la vida,
presencia y maravilla del Señor,
de luz y de color bella armonía,
sinfónica cadencia de su amor.
Palabra esplendorosa de su Verbo,
cascada luminosa de verdad,
que fluye en todo ser que en él fue hecho
imagen de su ser y de su amor.
La fe cante al Señor, y su alabanza,
palabra mensajera del amor,
responda con ternura a su llamada
en himno agradecido a su gran don.
Dejemos que su amor nos llene el alma
en íntimo diálogo con Dios,
en puras claridades cara a cara,
bañadas por los rayos de su sol.
Al Padre subirá nuestra alabanza
por Cristo, nuestro vivo intercesor,
en alas de su Espíritu que inflama
en todo corazón su gran amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
Salmo 17, 31-51 IV - EL SEÑOR REVELA SU PODER SALVADOR
Perfecto es el camino de Dios,
acendrada es la promesa del Señor;
él es escudo para los que a él se acogen.
¿Quién es dios fuera del Señor?
¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios?
Dios me ciñe de valor
y me enseña un camino perfecto;
él me da pies de ciervo,
y me coloca en las alturas;
él adiestra mis manos para la guerra,
y mis brazos para tensar la ballesta.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La promesa del Señor es escudo para los que a ella se acogen.
Ant 2. Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Salmo 17 V
Me dejaste tu escudo protector,
tu diestra me sostuvo,
multiplicaste tus cuidados conmigo.
Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos;
yo perseguía al enemigo hasta alcanzarlo;
y no me volvía sin haberlo aniquilado:
los derroté, y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.
Me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste a los que me resistían;
hiciste volver la espalda a mis enemigos,
rechazaste a mis adversarios.
Pedían auxilio, pero nadie los salvaba;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
Los reduje a polvo, que arrebataba el viento;
los pisoteaba como barro de las calles.
Me libraste de las contiendas de mi pueblo,
me hiciste cabeza de naciones,
un pueblo extraño fue mi vasallo.
Los extranjeros me adulaban,
me escuchaban y me obedecían.
Los extranjeros palidecían
y salían temblando de sus baluartes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu diestra, Señor, me sostuvo.
Ant 3. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
Salmo 17 VI
Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
el Dios que me dió el desquite
y me sometió los pueblos;
que me libró de mis enemigos,
me levantó sobre los que resistían
y me salvó del hombre cruel.
Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor,
y tañeré en honor de tu nombre:
tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu Ungido,
de David y su linaje por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Viva el Señor, sea ensalzado mi Dios y Salvador.
V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 4, 1-24
CONSECUENCIAS DEL PECADO
El hombre se llegó a Eva, su mujer; ella concibió, dio a luz a Caín, y dijo: «He adquirido un hombre con la ayuda del Señor.»
Después, dio a luz a Abel, el hermano. Abel era pastor de ovejas, mientras Caín trabajaba el campo. Pasado un tiempo, Caín ofreció al Señor dones de los frutos del campo, y Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda, y no se fijó en Caín ni en su ofrenda; por lo cual, Caín se enfureció y andaba abatido. El Señor dijo a Caín:
«¿Por qué te enfureces y andas abatido? Cierto, si obraras bien, estarías animado; pero, si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; y, aunque viene por ti, tú puedes dominarlo.»
Caín dijo a su hermano Abel:
«Vamos al campo.» Y, cuando estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. El Señor dijo a Caín: «¿Dónde está Abel, tu hermano?»
Respondió Caín:
«No sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?» El Señor le replicó:
«¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Aunque trabajes la tierra, no volverá a darte su fecundidad. Andarás errante y perdido por el mundo.»
Caín contestó al Señor:
«Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Hoy me destierras de aquí; tendré que ocultarme de ti, andando errante y perdido por el mundo; el que tropiece conmigo me matará.»
El Señor le dijo:
«El que mate a Caín lo pagará siete veces.»
Y el Señor puso una señal a Caín, para que, si alguien tropezase con él, no lo matara. Caín salió de la presencia del Señor y habitó en Nod, al este de Edén.
Caín se llegó a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Henoc. Caín edificó una ciudad y le puso el nombre de su hijo, Henoc. Henoc engendró a Irad, Irad engendró a Mehuyael, éste engendró a Metusael, y éste a Lamec.
Lamec tomó dos mujeres: una llamada Ada y otra llamada Sila. Ada dio a luz a Yabel, padre de los que viven en tiendas y cuidan del ganado; su hermano se llamó Yubal, padre de los que tocan la cítara y la flauta. Sila, a su vez, dio a luz a Tubal-Caín, forjador de herramientas de bronce y hierro; y tuvo una hermana que se llamaba Naama. Lamec dijo a Ada y Sila, sus mujeres:
«Oíd mi voz, mujeres de Lamec, prestad oído a mis palabras: Por un cardenal mataré a un hombre, a un joven por una cicatriz; si Caín se vengó por siete, Lamec se vengará por setenta y siete.»
RESPONSORIO 1 Jn 3, 12; Sb 10, 3
R. Caín, siendo del maligno, mató a su hermano; * porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran buenas.
V. Se apartó de la sabiduría el criminal iracundo, y su saña fratricida le acarreó la ruina.
R. Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran buenas.
SEGUNDA LECTURA
De la Disertación de san Atanasio, obispo, Contra los gentiles
(Núms. 40-42: PG 25, 79-83)
EL VERBO DEL PADRE EMBELLECE, ORDENA Y CONTIENE TODAS LAS COSAS
El Padre de Cristo, santísimo e inmensamente superior a todo lo creado, como óptimo gobernante, con su propia sabiduría y su propio Verbo, Cristo, nuestro Señor y salvador, lo gobierna, dispone y ejecuta siempre todo de modo conveniente, según a él le parece adecuado. Nadie ciertamente negará el orden que observamos en la creación y en su desarrollo, ya que es Dios quien así lo ha querido. Pues, si el mundo y todo lo creado se movieran al azar y sin orden, no habría motivo alguno para creer en lo que hemos dicho. Mas si, por el contrario, el mundo ha sido creado y embellecido con orden, sabiduría y conocimiento, hay que admitir necesariamente que su creador y embellecedor no es otro que el Verbo de Dios.
Me refiero al Verbo que por naturaleza es Dios, que procede del Dios bueno, del Dios de todas las cosas, vivo y eficiente; al Verbo que es distinto de todas las cosas creadas, y que es el Verbo propio y único del Padre bueno; al Verbo cuya providencia ilumina todo el mundo presente, por él creado. El, que es el Verbo bueno del Padre bueno, dispuso con orden todas las cosas, uniendo armónicamente lo que era entre sí contrario. Él, el Dios único y unigénito, cuya bondad esencial y personal procede de la bondad fontal del Padre, embellece, ordena y contiene todas las cosas.
Aquel, por tanto, que por su Verbo eterno lo hizo todo y dio el ser a las cosas creadas no quiso que se movieran y actuaran por sí mismas, no fuera a ser que volvieran a la nada, sino que, por su bondad, gobierna y sustenta toda la naturaleza por su Verbo, el cual es también Dios, para que, iluminada con el gobierno, providencia y dirección del Verbo, permanezca firme y estable, en cuanto que participa de la verdadera existencia del Verbo del Padre y es secundada por él en su existencia, ya que cesaría en la misma si no fuera conservada por el Verbo, el cual es imagen de Dios invisible, primogénito de toda creatura; por él y en él se mantiene todo, lo visible y lo invisible, y él es la cabeza de la Iglesia, como nos lo enseñan los ministros de la verdad en las sagradas Escrituras.
Este Verbo del Padre, omnipotente y santísimo, lo penetra todo y despliega en todas partes su virtualidad, iluminando así lo visible y lo invisible; mantiene él unidas en sí mismo todas las cosas y a todas las incluye en sí, de tal manera que nada queda privado de la influencia de su acción, sino que a todas las cosas y a través de ellas, a cada una en particular y a todas en general, es él quien les otorga y conserva la vida.
RESPONSORIO Cf. Pr 8, 22-30
R. El Señor me estableció al principio, cuando no había hecho aún la tierra, antes de que asentara los abismos e hiciera brotar los manantiales de las aguas. * Todavía no estaban cimentados los montes ni formadas las colinas cuando el Señor me engendró.
V. Cuando colocaba los cielos, yo estaba junto a él como arquitecto.
R. Todavía no estaban cimentados los montes ni formadas las colinas cuando el Señor me engendró.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, atiende benignamente las súplicas de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA I
De la Feria. Salterio I
16 de enero
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.
Himno: CRECE LA LUZ BAJO TU HERMOSA MANO.
Crece la luz bajo tu hermosa mano,
Padre celeste, y suben
los hombres matutinos al encuentro
de Cristo Primogénito.
El hizo amanecer ante tus ojos
y enalteció la aurora,
cuando aún no estaba el hombre sobre el mundo
para poder cantarla.
El es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,
se acoge al que es la fuerza de las cosas
y en él rejuvenece.
Él es quien nos reanima y fortalece,
y hace posible el himno
que, ante las maravillas de tus manos,
cantamos jubilosos.
He aquí la nueva luz que asciende y busca
su cuerpo misterioso;
he aquí, en la claridad de la mañana,
el signo de tu rostro.
Envía, Padre eterno, sobre el mundo
el soplo de tu Hijo,
potencia de tu diestra y primogénito
de todos los que mueren. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.
Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.
Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.
Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.
Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14
Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.
Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN
Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:
el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.
Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;
allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.
Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.
¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;
tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.
Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,
para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.
LECTURA BREVE Is 66, 1-2
Así dice el Señor: «El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme?; ¿o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío —oráculo del Señor—. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»
RESPONSORIO BREVE
V. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V. Guardaré tus leyes.
R. Respóndeme, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sirvamos al Señor con santidad y nos librará de la mano de nuestros enemigos.
PRECES
Demos gracias a Cristo que nos ha dado la luz del día y supliquémosle diciendo:
Bendícenos y santifícanos, Señor.
Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,
acepta los deseos y las acciones de este día.
Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,
sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.
Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean
para que logremos así ser imágenes de tu bondad.
En la mañana haznos escuchar tu gracia
y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Fieles a la recomendación del salvador, digamos llenos de confianza filial:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti, al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA I
De la Feria. Salterio I
16 de enero
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: VENGO, SEÑOR, CANSADO.
Vengo, Señor, cansado;
¡cuánta fatiga
van cargando mis hombros
al fin del día!
Dame tu fuerza
y una caricia tuya
para mis penas.
Salí por la mañana
Entre los hombres,
¡y encontré tantos ricos
que estaban pobres!
La tierra llora,
porque sin ti la vida
es poca cosa.
¡Tantos hombres maltrechos,
sin ilusiones!;
en ti buscan asilo
sus manos torpes.
Tu amor amigo,
todo tu santo fuego,
para su frío.
Yo roturé la tierra
y puse trigo;
tú diste el crecimiento
para tus hijos.
Así, en la tarde,
con el cansancio a cuestas,
te alabo, Padre.
Quiero todos los días
salir contigo,
y volver a la tarde
siendo tu amigo.
Volver a casa
y extenderte las manos,
dándote gracias. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Salmo 29 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.
Yo pensaba muy seguro:
«No vacilaré jamás.»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.
A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?
¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»
Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi alma sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.
Ant 2. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Salmo 31 - ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto
un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.
No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor,
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
Ant 3. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.
LECTURA BREVE 1Pe 1, 6-9
Saltad de júbilo, aunque de momento tengáis que sufrir un poco en diversas pruebas. Así la pureza de vuestra fe resultará más preciosa que el oro (que, aun después de acrisolado por el fuego, perece) y será para vuestra alabanza y gloria y honor en el día de la manifestación de Jesucristo. A él no lo habéis visto, y lo amáis; en él creéis ahora, aunque no lo veis; y os regocijaréis con un gozo inefable y radiante, al recibir el fruto de vuestra fe, la salud de vuestras almas.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
V. Nos sació con miel silvestre.
R. Con flor de harina.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos alimentó el Señor con flor de harina.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.
PRECES
Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:
Escucha, Señor, nuestra oración.
Dios de amor que has hecho alianza con tu pueblo,
haz que recordemos siempre tus maravillas.
Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad
y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu y en el vínculo de la paz.
Que el mundo prospere y avance según tus designios
y que los que lo construyen no trabajen en vano.
Envía, Señor, operarios a tu mies
para que tu nombre sea conocido en el mundo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos
y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.
Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora comienza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día, podamos reunirnos otra vez en tu presencia para darte gracias nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA I
De la Feria. Salterio I
16 de enero
COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
EXAMEN DE CONCIENCIA
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE
Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.
Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.
Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.
Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi carne descansa serena.
Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi carne descansa serena.
LECTURA BREVE 1Ts 5, 23
Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
ORACIÓN
OREMOS,
Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
BENDICIÓN
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA I
De la Feria. Salterio I
15 de enero
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CON ENTREGA, SEÑOR, A TI VENIMOS
Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.
Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;
en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.
Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén
SALMODIA
Ant 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Salmo 17, 2-30 I- ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.
Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.
En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Ant 2. El Señor me libró porque me amaba.
Salmo 17 II
Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su rostro se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo.
Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba sobre un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad:
como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;
y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus continuos relámpagos los enloquecían.
El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu ira.
Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.
Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me libró porque me amaba.
Ant 3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
Salmo 17 III
El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;
Le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.
Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.
Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
V. Todos quedaban maravillados.
R. De las palabras que salían de la boca de Dios.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 3, 1-24
EL PRIMER PECADO
La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:
«¿Con que Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?»
La mujer contestó a la serpiente:
«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; sólo del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte."»
La serpiente replicó a la mujer:
«No es verdad que tengáis que morir. Bien sabe Dios que, cuando comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal.»
La mujer se dio cuenta de que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; y cogió un fruto, comió, se lo alargó a su marido, y él también comió. Entonces, se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
Oyeron luego al Señor, que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios, entre los árboles del jardín. Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo:
«¿Dónde estás?»
Éste contestó:
«Te oí andar por el jardín, y tuve miedo, porque estoy desnudo. Por eso me escondí.»
El Señor Dios le replicó:
«Y ¿quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?»
Respondió el hombre:
«La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y comí.»
Dijo, pues, el Señor Dios a la mujer:
«¿Por qué lo has hecho?»
Y contestó la mujer:
«La serpiente me sedujo, y comí.»
Entonces el Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón.»
A la mujer le dijo:
«Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con trabajo darás a luz a tus hijos. Pero tu deseo te impulsará hacia tu marido, y él te dominará.»
Al hombre le dijo:
«Por haber accedido a la voz de tu mujer, comiendo del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito el suelo por tu culpa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Brotará para ti cardos y espinas, y comerás las hierbas del campo. Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado, porque eres polvo y al polvo volverás.»
El hombre llamó «Eva» a su mujer, por ser ella la madre de todos los vivientes.
El Señor Dios hizo pellizas para el hombre y su mujer, y se las vistió. Y el Señor Dios dijo:
«Mirad, el hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a echarle mano al árbol de la vida, coja de él, coma y viva para siempre.»
Y el Señor Dios lo expulsó del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde lo había sacado. Echó al hombre, y a oriente del jardín de Edén colocó a los querubines y la espada llameante que se agitaba, para cerrar el camino del árbol de la vida.
RESPONSORIO Rm 5, 12. 20. 21
R. Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y, por el pecado, la muerte. * Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.
V. Así como reinó el pecado produciendo la muerte, así también reine la gracia dándonos vida eterna.
R. Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.
SEGUNDA LECTURA
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 6, 3. 5. 6. 7: SC 100, 442. 446. 448-454)
EL PADRE ES CONOCIDO POR LA MANIFESTACIÓN DEL HIJO
Nadie puede conocer al Padre sin el Verbo de Dios, esto es, si no se lo revela el Hijo, ni conocer al Hijo sin el beneplácito del Padre. El Hijo es quien cumple este beneplácito del Padre; el Padre, en efecto, envía, mientras que el Hijo es enviado y viene. Y el Padre, aunque invisible e inconmensurable por lo que a nosotros respecta, es conocido por su Verbo, y, aunque inexplicable, el mismo Verbo nos lo ha expresado. Recíprocamente, sólo el Padre conoce a su Verbo; así nos lo ha enseñado el Señor. Y por esto el Hijo nos revela el conocimiento del Padre por la manifestación de sí mismo, ya que el Padre es conocido por la manifestación del Hijo: todo es manifestado por obra del Verbo.
Para esto el Padre reveló al Hijo, para darse a conocer a todos a través de él, y para que todos los que creyesen en él mereciesen ser recibidos en la incorrupción y en el lugar del eterno consuelo (porque creer en él es hacer su voluntad).
Ya por el mismo hecho de la creación el Verbo revela a Dios creador, por el hecho de la existencia del mundo al Señor que lo ha fabricado, por la materia modelada al artífice que la ha modelado y a través del Hijo al Padre que lo ha engendrado; sobre esto hablan todos de manera semejante, pero no todos creen de manera semejante. También el Verbo se anunciaba a sí mismo y al Padre a través de la ley y de los profetas; y todo el pueblo lo oyó de manera semejante, pero no todos creyeron de manera semejante. Y el Padre se mostró a sí mismo, hecho visible y palpable en la persona del Verbo, aunque no todos creyeron por igual en él; sin embargo, todos vieron al Padre en la persona del Hijo, pues la realidad invisible que veían en el Hijo era el Padre, y la realidad visible en la que veían al Padre era el Hijo.
El Hijo, pues, cumpliendo la voluntad del Padre, lleva a perfección todas las cosas desde el principio hasta el fin, y sin él nadie puede conocer a Dios. El conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo está en poder del Padre y nos lo comunica por el Hijo. En este sentido decía el Señor: Nadie conoce al Hijo sino el Padre, como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Las palabras se lo quiere revelar no tienen sólo un sentido futuro, como si el Verbo hubiese empezado a manifestar al Padre al nacer de María, sino que tienen un sentido general que se aplica a todo tiempo. En efecto, el Padre es revelado por el Hijo, presente ya desde el comienzo en la creación, a quienes quiere el Padre, cuando quiere y como quiere el Padre. Y por esto, en todas las cosas y a través de todas las cosas, hay un solo Dios Padre, un solo Verbo, el Hijo, y un solo Espíritu, como hay también una sola salvación para todos los que creen en él.
RESPONSORIO Jn 1, 18; Mt 11, 27
R. Nadie ha visto jamás a Dios; * el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
V. Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.
R. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, atiende benignamente las súplicas de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.