JUEVES DE LA SEMANA III
Del Común de la Santísima Virgen María.
8 de mayo
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
Ant. Celebremos el patrocinio de santa María Virgen, concebida sin pecado, y adoremos a su Hijo, Jesucristo el Señor. Aleluya.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: TÚ ERES TODA HERMOSA
Tú eres toda hermosa,
¡oh Madre del Señor!;
tú eres de Dios gloria,
la obra de su amor.
¡Oh rosa sin espinas,
oh vaso de elección!
de ti nació la vida,
por ti nos vino Dios.
Sellada fuente pura
de gracia y de piedad,
bendita cual ninguna,
sin culpa original.
Infunde en nuestro pecho
la fuerza de tu amor,
feliz Madre del Verbo,
custodia del Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Aleluya.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Aleluya.
Ant 2. El Señor te ha bendecido, santa Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Aleluya.
Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor te ha bendecido, santa Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra. Aleluya.
Ant 3. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa. Aleluya.
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La santidad, Señor, es el adorno de tu casa. Aleluya.
V. Dichosa tú, María, que has creído. Aleluya.
R. Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 9, 13-21
EL AZOTE DE LA GUERRA
Yo, Juan, vi que el sexto ángel tocaba la trompeta; y oí una voz que salía de los cuatro ángulos del altar de oro que está delante de Dios. Esta voz dijo al sexto ángel que tenía la trompeta:
«Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates.»
Fueron soltados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora y para el día, y para el mes y para el año, para que diesen muerte a la tercera parte de los hombres. El número de jinetes de este ejército de caballería era de doscientos millones. Yo oí su número. Y los caballos y jinetes que vi en la visión eran así: Los jinetes tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre; y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de sus bocas salían fuego y humo y azufre. Por efecto de estas tres plagas pereció la tercera parte de los hombres, es decir, por el fuego, por el humo y por el azufre que salían de sus bocas. El poder de los caballos está en su boca y en sus colas. Sus colas son como serpientes, tienen cabezas y con ellas hacen estragos.
El resto de los hombres que no fueron exterminados por efecto de estas plagas no se arrepintieron de las obras de sus manos; no dejaron de adorar a los demonios, a los ídolos de oro y de plata, de bronce, de piedra y de madera, que ni pueden ver ni oír ni andar. Y no se arrepintieron de sus homicidios ni de sus supersticiones ni de sus fornicaciones ni de sus robos.
RESPONSORIO Hch 17, 30. 31; Jl 1, 13. 14
R. Todos, en todas partes, deben convertirse, * porque Dios ha fijado un día para juzgar al mundo con toda justicia. Aleluya.
V. Ministros de Dios, congregad a todos los habitantes de la tierra y clamad al Señor.
R. Porque Dios ha fijado un día para juzgar al mundo con toda justicia. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De la relación del mercedario fray Pedro Nolasco de Santa María
(Año 1737: Archivo de la Basílica nacional de Luján)
ORIGEN DE LA ADVOCACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LUJAN
En aquel tiempo que el reino de Portugal y el de Castilla se gobernaban por una Corona, con el mucho comercio que tenía esta ciudad con el Brasil, un portugués, vecino de Córdoba, que fundó la hacienda de Sumampa, pidió a un paisano suyo le trajese del Brasil una imagen pequeña de la Concepción, para colocar en una capilla que estaba fabricando en dicha su hacienda; y con este encargue le remitieron a un mismo tiempo dos, las cuales, encajonadas, cargó en su carretón. Y llegando al río de Luján hizo noche en lo de un paisano suyo, llamado fulano Rosendo.
Queriendo proseguir su viaje, uncidos los bueyes por la mañana, no pudieron mover dicho carretón; por cuya causa le volvieron a descargar, y entonces le movieron los bueyes sin alguna dificultad. Y admirados todos de este prodigio, le preguntaron qué llevaba en la carga, que allí se había descargado, que pudiese servir de impedimento a su viaje; y él respondió que no llevaba cosa de impedimento, antes sí dos imágenes para darles culto.
Y determinaron se embarcase en el carretón los dos cajoncitos de las imágenes e hiciesen caminar el carretón; y se hallaron con el impedimento primero; a que empezó a exclamar el devoto portugués a la Virgen Santísima que bien sabía el efecto, para qué la llevaba, que era para colocarla en la capilla que en su nombre tenía fabricada; y, persuadiéndole a que sacase él un cajón y dejase el otro, probaron a que caminase el carretón, y no se pudo mover de su lugar; volvieron a hacer la diligencia de sacar el cajón que había quedado y cargar el que habían bajado, y entonces se movió dicho carretón sin impedimento alguno; quedando el dueño muy contento con la imagen que se llevó, dejando la otra en el paraje, donde le mostraba quererse quedar.
Ésta es la imagen de Nuestra Señora de Luján, que estuvo muchos años en lo de dicho Rosendo, en un oratorio muy corto, y muy venerada la imagen de todo el pago. Y dicho Rosendo dedicó un negro, llamado Manuel, al culto de dicha imagen, quien cuidaba de la lámpara de dicha Señora, que incesantemente ardía.
Y con el transcurso del tiempo y muerto el dueño de aquella estancia vino a quedar en casi despoblado. Y por ser mucha la frecuencia de devotos, que acudían movidos de sus muchos milagros, y no tener en dicha estancia dónde albergarse, pidió una señora, doña Ana de Matos, le diesen dicha imagen que la llevaría a su hacienda, que estaba en dicho río y colocóla en un oratorio; y con la asistencia y fervor del capellán don Pedro Montalbo y del mayordomo, don Manuel Casco de Mendoza, se enfervorizó la devoción de todo el pago y aun de las provincias remotas y se pusieron a fabricar la capilla, que hasta hoy permanece.
RESPONSORIO
R. Dichosa eres, santa Virgen María, y digna de toda alabanza. * De ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.
V. Celebremos con gozo esta fiesta de santa María Virgen.
R. De ti nació el sol de justicia. Cristo, nuestro Dios, por quien hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
La parte que sigue puede omitirse, si se cree oportuno.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, mira con bondad la fidelidad de tu Pueblo y concédenos que, por los méritos e intercesión de la santísima Virgen María, obtengamos los dones de tu gracia en la vida presente y la salvación eterna en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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